(Cuentos del mundo) Irlanda: Damien el «hombre bueno»

«Un nuevo cuerpo es encontrado en el rio Liffey» anunciaba el encabezado de una noticia del diario local de Dublin y luego agregaba «Se trata de un hombre de al menos 50 años, este es el quinto cuerpo encontrado en menos de un mes.»

Damien Quinn leía la nota del periodico mientras se tomaba un café en un pequeño local de la zona de  Mountjoy Square, a su lado un hombre de unos 25 años le hablaba sin parar y al que no escuchaba hasta que este lo tomó fuerte del hombro.

-Hey Damien, si que vives en la luna- le dijo su compañero- te decía si vas a ir a la fiesta de cumpleaños de Seana, es este viernes en su departamento, iremos después de salir del trabajo.

-No, no creo, tengo algunas cosas que hacer- le respondió tajante mientras soplaba el vapor de la tasa.

-Vamos Damien, invitará a sus amigas, es una buena oportunidad para conseguir pareja, ya tienes más de 40 años ¿No pensarás quedarte solo para siempre?

Damien sonrió mostrando su vergüenza sin levantar la mirada, es difícil decir que no a las insistencias, pero a él le encantaba la soledad, o tal vez de alguna manera creía que era mejor estar solo.

-Bien lo pensaré- respondió ante la presión de su compañero, aunque un «lo pensaré» no significa que aceptaría.

-¡Bien Damien! arriba ese ánimo, yo te voy a ayudar sabes- lo miraba apretándole fuertemente el hombro- eres demasiado bueno y por eso no tienes suerte con las mujeres, a veces hay que ser un poco malo entiendes.

-Si claro-le respondió Damian toscamente, sin dejar de leer el periódico pero dejando escapar una pequeña sonrisa de aceptación.

-Bien te esperamos el viernes mi amigo, vamos a divertirnos a lo grande- le dijo su joven compañero.

Finalmente llegó el viernes y tras un largo y rutinario día se hizo la hora esperada, eran casi las 12 de la noche y Damien se vistió para la ocasión: zapatillas negras, guantes negros y ropa deportiva negra con capucha, el hombre bueno estaba listo para salir a divertirse.

…continuará

Días de Mariposa 5

«Días de Mariposa» es una novela corta en la que estuve trabajando hace ya un tiempo, la voy a publicar en pequeñas partes todos los martes a las 18hs hora Argentina, 23hs hora de España, 17hs Miami.

Espero que la disfruten:

Día Uno

Era de mañana ya. Sus ojos se abrieron lentamente para ver de manera borrosa el árbol al cuál había chocado; tras frotarse los ojos probó la marcha atrás, para su suerte, el auto aún funcionaba. Se alejó unos metros del robusto tronco y se detuvo un momento.

            “Qué locura” pensó atontado y tras sentir un ardor miró su camisa desabrochada conteniendo la respiración aterrado, una especie de tatuaje en forma de mariposa se desprendía de su pecho para luego salir volando por la ventana. Fue entonces cuando recordó aquéllas palabras: “Vivirá sólo 10 días, y si no lo cuidas, morirás antes”.

            Presuroso bajó del auto y comenzó a perseguir al insecto adentrándose en el bosque. En varias ocasiones, la mariposa se escabulló en burlonas maniobras, sin que pudiese tomarla. Mantuvo una larga persecución en la que se vio obligado a cruzar un frio arroyo y caer varias veces en el barro.  Hasta que, para la mala suerte del desesperado joven, ésta se encontró de repente prisionera en una telaraña.

Como en un duelo se vio obligado a correr junto con la araña por el premio, Juan tomó una rama y atinó al arácnido haciendo que la telaraña se rompiera y cayera la mariposa atrapada en la red al suelo. Al tomarla la apretó sin querer y sintió un fuerte dolor en el pecho, era su corazón, tenía que ser muy delicado con el insecto. Se volvió sobre sus pasos con la mariposa encerrada entre sus manos, la puso en una caja que tenía en el auto y arrancó. Trató de encontrar de nuevo el camino que conducía a la mansión en donde se hizo la fiesta pero parecía haber desaparecido; en un momento creyó ver una gran roca que, según él, era la misma que vio en el camino la noche anterior. Bajándose del auto corrió entre los arboles para encontrar la entrada a la mansión pero se topó con un gran barranco selvático, con una vista espectacular del amanecer húmedo del bosque. Volvió sobre sus pasos y entró en el auto, se sentía estresado y ya no quería saber más nada de la dichosa fiesta “Me largo a mi casa” pensó, sin siquiera acordarse de sus amigos.

Conocido por ser un hombre de la noche ante la mirada agria de sus vecinos llegó el averiado coche de Juan al barrio y luego fue comentario cuando lo vieron bajar embarrado de pies a cabeza, ese muchacho siempre tan radiante e impecable parece que tuvo una noche espantosa para el goce de los que vivían cerca de él. Entró a su casa con la adorable cajita en sus manos, puso la mariposa en un frasco más grande junto con una flor y se tomó un baño de relajante agua caliente, luego se recostó en su cama pensando que podía hacer para revertir esta increíble situación adversa, empezó a sentir el cuerpo cada vez más pesado “no debo dormirme, no tengo tiempo para descansar” pensó y a grandes esfuerzos se levantó para prepararse un café, después revolvió de punta a punta su hogar en busca de números telefónicos “tengo más de cuatrocientos, con alguna se me tiene que dar” se dijo y luego de anotarlos en un papel comenzó a discar. Se sentía extremadamente acelerado, miró su taza de café con desconfianza “¿Le habré puesto mucha azúcar y mucho café?” pensó, luego lo olvidó cuando fue atendido su llamado.

Continuará…

Relato de una noche alumbrada por la luz de la luna

Esta historia    no es mía, es del tío «el chico» en su juventud. Resulta que en las noches de farra apostaban con un compañero de la bebida por una señorita, pero no era cualquier señorita; esta muchacha siempre estaba sentada sobre una piedra al costado del arroyo  cuando ellos ya se marchaban de la posada del pueblo casi ya tocando la madrugada, los muchachos siempre cruzaban cerca de ella emborrachados hasta el cogote, pero ninguno de los dos se animaba a hablarle.


Esta historia    no es mía, es del tío «el chico» en su juventud. Resulta que en las noches de farra apostaban con un compañero de la bebida por una señorita, pero no era cualquier señorita; esta muchacha siempre estaba sentada sobre una piedra al costado del arroyo  cuando ellos ya se marchaban de la posada del pueblo casi ya tocando la madrugada, los muchachos siempre cruzaban cerca de ella emborrachados hasta el cogote, pero ninguno de los dos se animaba a hablarle.

Así que en una partida de cartas se jugaron quien sería el valiente que se animaría a acercarse a ella y el derrotado fue mi tío «el chico».

Un poco borracho otro poco sobrio, con la bicicleta a un costado, él se acercó hasta la piedra del arroyo donde estaba ella sentada mirando como pérdida el andar de las aguas.

-Disculpe señorita- le dijo mi tío luego de tomar aire- me parece que estas no son horas para que una joven como usted este sola en este lugar ¿Me permitiría que la acompañe a su casa?

La joven la escuchó sin mirarle, ya que sus ojos seguían perdidos en el correr de las aguas del arroyo, luego de un rato de silencio sonriente le contestó.

-Bueno, está bien.

Así que mi tío y la joven caminaron esa noche por los senderos de tierra alumbrados por la luz de la luna, acompañados por el canto de los grillos y el ruido del girar de la rueda de la bicicleta, ella con una de sus manos iba tocando los pastizales que crecían a los costados del camino mientras él, traspirando en frio, apretaba fuerte el manubrio de su rodado compañero hasta que ella paró su andar.

-Gracias- le dijo la muchacha- hasta aquí está bien, adiós. Tal vez algún día nos volvamos a ver.

-De nada, adiós- le respondió mi tío antes de verla desaparecer entre los arboles del bosque unos minutos antes de que el sol apareciera por la mañana.

¿Que si la volvió a ver después de esa noche? No lo sé, solo se las cosas que me contaron que él decía la noche antes de partir de este mundo; mi tío deliraba y decía «la dama del arroyo está aquí» «la dama del arroyo vino a buscarme».

Fin.

Espero que les haya dado piel de gallina como me dio a mi cuando escribía este relato.

Esta historia    no es mía, es del tío «el chico» en su juventud. Resulta que en las noches de farra apostaban con un compañero de la bebida por una señorita, pero no era cualquier señorita; esta muchacha siempre estaba sentada sobre una piedra al costado del arroyo  cuando ellos ya se marchaban de la posada del pueblo casi ya tocando la madrugada, los muchachos siempre cruzaban cerca de ella emborrachados hasta el cogote, pero ninguno de los dos se animaba a hablarle.

Así que en una partida de cartas se jugaron quien sería el valiente que se animaría a acercarse a ella y el derrotado fue mi tío «el chico».

Un poco borracho otro poco sobrio, con la bicicleta a un costado él se acercó hasta la piedra del arroyo donde estaba ella sentada mirando como pérdida el andar de las aguas.

-Disculpe señorita- le dijo mi tío- me parece que estas no son horas para que una joven como usted este sola en este lugar ¿Me permitiría que la acompañe a su casa?

La joven la escuchó sin mirarle, ya que sus ojos seguían perdidos en el correr de las aguas del arroyo, luego de un rato de silencio sonriente le contestó.

-Bueno, está bien.

Así que mi tío y la joven en silencio caminaron esa noche por los senderos de tierra alumbrados por la luz de la luna y acompañados por el canto de los grillos y el ruido del girar de la rueda de la bicicleta, ella con una de sus manos iba tocando los pastizales que crecían a los costados del camino mientras él, traspirando en frio, apretaba fuerte el manubrio hasta que ella paró su andar.

-Gracias- le dijo la muchacha- hasta aquí está bien, adiós. Tal vez algún día nos volvamos a ver.

-De nada, adiós- le respondió mi tío antes de verla desaparecer entre los arboles del bosque mientras el sol aparecía en la mañana.

¿Que si la volvió a ver después de esa noche? No lo sé, solo se las cosas que me contaron que él decía la noche antes de partir de este mundo; mi tío deliraba y decía «la dama de blanco está aquí» «la dama de blanco vino a buscarme».

Fin.

Espero que les haya dado piel de gallina como me dio a mi cuando escribía este relato.

Días de Mariposa 4

«Días de Mariposa» es una novela corta en la que estuve trabajando hace ya un tiempo, la voy a publicar en pequeñas partes todos los martes a las 18hs hora Argentina, 23hs hora de España, 17hs Miami.

Espero que la disfruten:

-¡Milagro! –dijo Juan riendo.

-¿Ves? Ese es el poder de la primavera –dijo ella sonriendo también.

Luego de eso, se dirigieron a la pista y bailaron toda la noche felizmente; Martín, José y Leandro con sus respectivas doncellas, así como Juan con su nueva amiga.

A medida que pasaban las horas, en cada vuelta de baile veía que sus amigos estaban cada vez más cerca de sus damas, cada vez más encariñados, hasta que al fin, se fusionaron en besos y miradas dulces. “La chica que baila conmigo es más bella que las que consiguieron ellos” pensaba con un poco de envidia al ver que su presa no reaccionaba de la misma manera. Para no ser menos que sus amigos, la invitó a irse del lugar; a lo cual la chica asintió sin muchos reparos.

-Bueno, me voy, mis amigos –dijo Juan con un vanidoso gesto de victoria al caminar de la mano de Flor, como él la había bautizado.

La invitó a subir a su coche y arrancó. Debían cruzar un largo bosque para salir del club. Su pensamiento no era diferente al de otras noches, tan solo disfrutar de su presa para después huir y prepararse para la próxima víctima.

-¿Siempre haces esto?

-¿Hacer qué?

– Salir con chicas, aprovecharte de ellas y después dejarlas.

-No hago nada que ellas no quieran –respondió él, un poco molesto por su pregunta -¡Qué arboleda interminable! –dijo para tratar de cambiar de tema.

-Yo sé cuál es tu problema –dijo ella, y pisó sobre el pie de Juan fuertemente el acelerador -¡Te falta corazón!

Los ojos de la muchacha se volvieron de un rojo furioso y sus labios se tornaron verdes como el musgo, su pelo negro se fue tiñendo de gris, como un árbol alcanzado por un rayo; mientras que su vestido se iba tiñendo de negro, lo que antes formaba su estampado se  desplazó hacia su mano, transformándose en una llamativa mariposa.

Juan, aterrado, maniobraba el vehículo a gran velocidad, tratando de no desbarrancar mientras la chica apretaba a la mariposa contra su pecho furiosamente.

-Este será tu corazón: una mariposa. Así como esta mariposa, vivirá sólo 10 días para encontrar el amor. Y si no lo cuidas, morirás antes -le dijo ella sin inmutarse por la situación.

Las luces del automóvil evidenciaron un árbol en la oscura noche del bosque. Luego, un fuerte golpe y todo quedó en penumbras…

continuará…

(Cuentos del Mundo) Alemania: Máxima velocidad en Berlín

Hola, aquí de nuevo, a manera de juego entre los cuentos que voy a subir los fin de semana, algunos tendrán el nombre de «Cuentos del mundo» y estarán ubicados en diferentes lugares del planeta, espero que los disfruten:

-¡Odio Berlín!- decía el anciano Otto Lindemann mientras manejaba su viejo auto modelo Trabant 601 por la autopista de la ciudad- hay tanta gente por todos lados, todo el tiempo- cambiaba a duras penas la marcha de su vehículo- a mí déjame la tranquilidad de las afueras, la tranquilidad de mi cabaña y de mi taller, pero aquí estamos y todo por tu culpa Wagner.

Del asiento de atrás del vehículo se escuchaba el repicar de un molesto silbido, ese era Wagner, un pequeño perro raza pomerania que no paraba de ladrar, pero su ladrido estaba alterado producto de haberse tragado anda a saber que, motivo por el cual tuvieron que salir de urgencia a toda velocidad con dirección al veterinario; va a toda velocidad es una manera más atractiva de decir lo que permitía aquel auto icónico de la Alemania oriental, una velocidad que hacía que los otros autos que circulaban por la misma autopista tuvieran que tener extrema precaución al acercarse al vehículo del viejo Otto.

También en esa misma autopista iba a gran velocidad el jugador estrella del equipo local, Lothar Müller, excelente futbolista y gran protagonista de los campeonatos conquistados tanto dentro como fuera del país, era el hombre de las tapas de revistas, el que vendía las camisetas y conquistaba a las mujeres con su hermosa sonrisa gracias a la pasta dental a la cual hacia publicidad. Amante de los excesos, y de los autos importados, aquí él estaba probando por primera vez uno de esos autos nuevos de afuera que le había llegado hacia escasos días.

-Si mi amigo. Este auto es genial ¿que no me animo a ir más rápido? ¿Acaso no me conoces?- hablaba con un colega por el manos libres a los gritos producto de la música a todo volumen del carro mientras aumentaba la velocidad de su deportivo, acostumbrado a estas velocidades iba considerablemente tranquilo, pero no tenía en cuenta el encuentro que estaba por tener.

Wagner seguía con su silbante ladrido sin parar, iba de una ventanilla a la otra moviéndole la cola a la gente que pasaba gritándole a Otto que se corriera del camino por ir tan despacio, Otto les hacía señas también a estos.

-¡Pero ¿Cómo dices esas cosas?! No sabes nada, este auto es el mejor de todo Alemania- le gritaba Otto a otro conductor- tu cambiarás 10 veces tu auto y yo seguiré con este como nada.

De golpe sintió que otro vehículo lo tocó por detrás, su Trabant se movió levemente y por si las dudas frenó, entonces miró hacia adelante arriba de él como un auto deportivo giraba por los aires tras el choque, como en cámara lenta vio la cara del famoso futbolista Lothar Müller llena de terror adentro de ese coche que luego de girar varias veces en el aire lo siguió haciendo tras tocar el suelo destruyéndose en cientos de pedazos; después de entre los trozos del deportivo vio levantarse a el futbolista lleno de golpes, con la vestimenta raída y el rostro lleno de aceite, que en un gesto lleno de dolor abría la boca mostrando que su perfecta sonrisa ya no estaba completa, ya que algunos dientes se habían caído.

Otto quedó congelado dentro del auto, luego escuchó nítidamente el ladrido de su perro, giró a mirarlo y ahí estaba Wagner alegre moviendo la cola a gran velocidad con un pequeño autito de juguete lleno de saliva entre sus patas que había expulsado después del accidente. El viejo con una mezcla de nervios y felicidad le habló.

-Bueno je, je. Al menos ya no tenemos que ir al veterinario.

Fin.

Espero que les haya divertido, hasta el próximo cuento.

Días de Mariposa 3

«Días de Mariposa» es una novela corta en la que estuve trabajando hace ya un tiempo, la voy a publicar en pequeñas partes todos los martes a las 18hs hora Argentina, 23hs hora de España, 17hs Miami.

Espero que la disfruten:

Noche de ninfas

Los jóvenes rápidamente se mezclaron con la gente del lugar, nadie siquiera los miraba para preguntarse por qué eran los únicos de vestimenta informal, y esto relajo en gran manera a los muchachos, que aprovecharon para servirse varios tragos. Juan empezó a hacer lo suyo, a observar como si fuera un águila en busca de una presa; sus amigos eran su amuleto para conseguir chicas pero hasta ese punto únicamente, ya que aunque salían todos juntos nunca volvían de la misma manera; mientras José, Martín y Leandro terminaban envueltos en una melancólica borrachera, el pasaba junto a ellos seguro acompañado de una bella señorita.

 Como era de costumbre, mientras José, Martín y Leandro se gastaban bromas entre sí, Juan hacia uso de su belleza y galantería para conquistar. Así fue que divisó a una hermosa señorita de vistoso y colorido atuendo, llevaba en sus ojos el verde de las hojas, en su cabello la oscuridad de la noche y labios rojos como una frutilla a pleno, “wow una diosa de la primavera” pensó; y con dos tragos en  las manos se dirigió hacia ella, hacia la conquista, sin intimidarse siquiera por el contraste de su vestir, ella tan elegante y él tan informal, pero no por eso menos apuesto.

Desde atrás, sus amigos lo veían avanzar, con su chistoso pero efectivo andar, en busca de su objetivo.

-¡Otra vez este! sí que no pierde el tiempo –dijo Leandro despertando la carcajada de sus ya tambaleantes compañeros.

-¿Gustas un trago? –preguntó él con arrogante sonrisa.

Las personas que rodeaban a la mujer miraron con cierto recelo al joven, pero cuando esta se mostró dispuesta a contestarle se alejaron sin decir nada.

-Sí… si –dijo ella tras observar al atlético muchacho.

-¿Cómo te llamas? -preguntó Juan.

-No tengo nombre –respondió ella.

-¡Ah! ¿No tienes nombre? Entonces yo te pondré uno. ¿Qué te parece… Flor?

-¿Aquellos son tus amigos? –preguntó la chica sin responder a Juan.

-Ehh… sí, son mis amigos…

-¿Siempre avanzas a las mujeres y los abandonas? –le dijo clavándole la mirada.

-Ehh… -quedó pensando Juan un poco sorprendido –es que no tienen mucha suerte con las chicas –respondió al fin.

-Esta noche verás que las cosas serán diferentes.

Para su sorpresa, unos minutos después, vio que Martín, José y Leandro se encontraban en la pista bailando alegremente con unas sonrientes jóvenes.

continuará…

Superheroe

Intentaré postear una vez a la semana una historia al azar, lo subiría jueves, viernes o sábado.

Espero que lo disfruten.

-Mi padre es más fuerte que el tuyo- gritaba el pequeño Timmy mientras apretaba su puño con fuerza -sabes, él puede levantar diez cajas llenas de libros solo.

-¡Y que! mi papá es más fuerte- le respondía Benjamin sin quedarse atras- el puede, el puede levantar diez personas con una sola mano.

-Eso no es nada, mi papá, mi papá la otra vez levantó diez autos con la mano mientrás dormía.

-¿Tan poco? Mi papá la otra vez…

-¡Benjamín dejá de perder el tiempo y sube al auto!- le gritó una mujer al niño- Vamos, que no tengo todo el día.

Benjamín entro por una de las puertas de atras del coche y, mientras el auto se ponía en marcha, le sacaba la lengua por la ventanilla a Timmy.

Timmy también le hacia gestos remedando a Bejamin mientras el auto se perdía de su vista, no vendría un coche a buscarlo a él, asi que después de un rato de estar parado se fue de la escuela caminando.

El pequeño muchacho refunfuñaba y pateaba el suelo mientrás caminaba «Bejamín no sabe nada, mi papá es más fuerte que su papá» pensaba el niño hasta que llegó a su casa. Una vez ahí tiró sus utiles en el sillón y salió corriendo para jugar con el balón al patio, pero su balón no estaba, buscó por todos lados hasta que lo vió sobre el techo «Ya sé, le voy a pedir a mi papá que lo baje» pensó Timmy y entró nuevamente a su casa.

Timmy espió por la puerta entre abierta del cuarto de su padre; allí estaba el hombre sentado al costado de la cama alumbrado por la luz de día que se colaba por la ventana del desordenado dormitorio, su imagén dejaba mucho que desear ya que su ropa estaba sucia y su rostro traspiraba, tenía la espalda encorbada con papeles arrugados en una mano mientrás con la otra mano se limpiaba las lagrimas del rostro, junto a él en la cama había pastillas desparramadas y pilas de ropas sin lavar.

-Ya no aguanto- hablaba el hombre solo mientras encorbaba mas aun su espalda- ya no tengo fuerzas para vivir.

-¡Papá ayudame!- gritó el niño sin escuchar lo que decía su padre- mi pelota está en el techo ¿Puedes bajarla?

El hombre se sorprendió al escuchar el grito de su hijo, de golpe enderezó la espalda y se levantó, sintió como una especie de calor le recorría el cuerpo tonificandole los musculos y recargandole de energía, se cambió de ropa, se secó las lágrimas y se acercó a la puerta del dormitorio.

-¿Cierto pá que tu eres el más fuerte?- le dijo el niño con toda la iusión en los ojos- ¿Me vas a bajar la pelota del techo?

-Claro que si hijo- le respondió el hombre enternecido- por ti soy el hombre más fuerte del mundo.

Fin.

Espero que les haya gustado, hasta la próxima historia.

Días de Mariposa 2

«Días de Mariposa» es una novela corta en la que estuve trabajando hace ya un tiempo, la voy a publicar en pequeñas partes todos los martes a las 18hs hora Argentina, 23hs hora de España, 17hs Miami.

Espero que la disfruten:

Leandro se levantó y, a duras penas después de estirar las piernas, junto con José ayudaron a Martin a ponerse en pie, luego se podría decir que lo tiraron en el asiento de atrás donde también se sentó Leandro, mientras José fue al asiento del acompañante del conductor, entonces Juan al ver que ya estaban todos dentro del auto puso primera para después alejarse rápidamente de la ciudad.

-Espero que no me vomite- dijo Leandro mientras veía a Martin roncar y se desprendía el primer botón de su camisa roja de seda para darse un poco de aire- por cierto ¿Dónde es la fiesta?

-Es en una quinta a unos 20 kilómetros de la ciudad, cerca del río, acá tengo el folleto con el mapa- dijo José y sacó un papel de su bolsillo.

-A ver- dijo Juan luego de sacarle el papel de la mano a José y después le habló con cierta desconfianza- pero ¿Cómo sabes que no es un engaño? Por ahí llegamos allá y nos roban todo lo que tenemos.

-No, una mujer tan hermosa no hubiese tenido este folleto- respondió José mientras prendía un cigarrillo- vi a esa bella mujer salir de la casa del niño rico de la calle 52 mientras yo repartía el correo, salió apurada y antes de subirse a un auto deportivo de color negro se le cayó este papel. Pensé en hacerle señas para devolvérselo pero me pareció que era un simple folleto con alguna publicidad, luego lo leí y aquí estamos.

-Hey- dijo Juan apuntándole con el dedo a José- cuidado con las cenizas. No quiero que me dañes el auto.

-¡Ese niño rico si que sabe de fiestas raras!- dijo Leandro mientras empujaba al durmiente Martin- aunque la verdad no es una persona con la que me juntara.

-La verdad tu no te juntas con nadie- dijo Juan tras salir de la ruta asfaltada y meterse en un oscuro camino de tierra- apenas nosotros te aguantamos, amigo.

El camino estaba rodeado de árboles y las luces del auto alumbraban a los bichitos voladores que se cruzaban delante, todo era silencio y  no parecía que hubiese una fiesta en kilómetros, Juan comenzó a impacientarse  hasta que  los arboles del camino comenzaron a verse arqueados mientras avanzaban y las hojas de estos tapaban la visión de lo que tenían adelante. Tras pasar ese camino de repente se escuchó la música de una fiesta y, delante de ellos, se dejaba ver una gran casa quinta, con el portón abierto sin nadie que vigilara los autos que ingresaban.

-Menos mal, sino eras hombre muerto- le dijo Juan a José mientras estacionaba el auto- Lea despierta a Martin.

Leandro, haciendo caso del pedido de Juan, le propinó un golpe en la cabeza a Martin que le hizo reaccionar al instante y este confundido reaccionó de manera violenta.

-¡Para, tranquilizante!- le decía Leandro- Soy yo Lea.

Martin volvió en sí y sonrió, luego de soltar el cuello de su acompañante bajó del auto y estiró los músculos.

-Nos vas a dejar mal parados a todos- le dijo José a Martin.

-Si, al menos espera por lo menos que disfrutemos de esta noche. Por cierto- dijo Leandro analizando el lugar- ¿Entramos a la casa así sin más? Ni siquiera estábamos invitados.

Por las ventanas de la gran casa quinta se podía ver a mucha gente en un ambiente de fiesta, algunas sentadas y charlando, otras tomando un trago y otras bailando; pero todas las personas tenían algo en común, todas ellas rebosaban de una elegancia que hacía notar su elevada posición económica, casi se podría decir que estaban vestidos como si fueran de otra época.

-Me parece que mejor nos volvemos- dijo José al mirar su desgastado jean.

-Ya estamos aquí- dijo el gordo Martin, y antes que sus amigos reaccionarán abrió la puerta de la casa quinta como si fuera la puerta de su pequeño departamento.

Tras esta había una sala con elegantes muebles antiguos y un pasillo que conectaba con un jardín trasero, en donde se encontraba el tumulto de personas bailando y bebiendo; ya estaban en la fiesta, ya nadie los podía sacar.

continuará…