Hola, aquí de nuevo, a manera de juego entre los cuentos que voy a subir los fin de semana, algunos tendrán el nombre de «Cuentos del mundo» y estarán ubicados en diferentes lugares del planeta, espero que los disfruten:
-¡Odio Berlín!- decía el anciano Otto Lindemann mientras manejaba su viejo auto modelo Trabant 601 por la autopista de la ciudad- hay tanta gente por todos lados, todo el tiempo- cambiaba a duras penas la marcha de su vehículo- a mí déjame la tranquilidad de las afueras, la tranquilidad de mi cabaña y de mi taller, pero aquí estamos y todo por tu culpa Wagner.
Del asiento de atrás del vehículo se escuchaba el repicar de un molesto silbido, ese era Wagner, un pequeño perro raza pomerania que no paraba de ladrar, pero su ladrido estaba alterado producto de haberse tragado anda a saber que, motivo por el cual tuvieron que salir de urgencia a toda velocidad con dirección al veterinario; va a toda velocidad es una manera más atractiva de decir lo que permitía aquel auto icónico de la Alemania oriental, una velocidad que hacía que los otros autos que circulaban por la misma autopista tuvieran que tener extrema precaución al acercarse al vehículo del viejo Otto.
También en esa misma autopista iba a gran velocidad el jugador estrella del equipo local, Lothar Müller, excelente futbolista y gran protagonista de los campeonatos conquistados tanto dentro como fuera del país, era el hombre de las tapas de revistas, el que vendía las camisetas y conquistaba a las mujeres con su hermosa sonrisa gracias a la pasta dental a la cual hacia publicidad. Amante de los excesos, y de los autos importados, aquí él estaba probando por primera vez uno de esos autos nuevos de afuera que le había llegado hacia escasos días.
-Si mi amigo. Este auto es genial ¿que no me animo a ir más rápido? ¿Acaso no me conoces?- hablaba con un colega por el manos libres a los gritos producto de la música a todo volumen del carro mientras aumentaba la velocidad de su deportivo, acostumbrado a estas velocidades iba considerablemente tranquilo, pero no tenía en cuenta el encuentro que estaba por tener.
Wagner seguía con su silbante ladrido sin parar, iba de una ventanilla a la otra moviéndole la cola a la gente que pasaba gritándole a Otto que se corriera del camino por ir tan despacio, Otto les hacía señas también a estos.
-¡Pero ¿Cómo dices esas cosas?! No sabes nada, este auto es el mejor de todo Alemania- le gritaba Otto a otro conductor- tu cambiarás 10 veces tu auto y yo seguiré con este como nada.
De golpe sintió que otro vehículo lo tocó por detrás, su Trabant se movió levemente y por si las dudas frenó, entonces miró hacia adelante arriba de él como un auto deportivo giraba por los aires tras el choque, como en cámara lenta vio la cara del famoso futbolista Lothar Müller llena de terror adentro de ese coche que luego de girar varias veces en el aire lo siguió haciendo tras tocar el suelo destruyéndose en cientos de pedazos; después de entre los trozos del deportivo vio levantarse a el futbolista lleno de golpes, con la vestimenta raída y el rostro lleno de aceite, que en un gesto lleno de dolor abría la boca mostrando que su perfecta sonrisa ya no estaba completa, ya que algunos dientes se habían caído.
Otto quedó congelado dentro del auto, luego escuchó nítidamente el ladrido de su perro, giró a mirarlo y ahí estaba Wagner alegre moviendo la cola a gran velocidad con un pequeño autito de juguete lleno de saliva entre sus patas que había expulsado después del accidente. El viejo con una mezcla de nervios y felicidad le habló.
-Bueno je, je. Al menos ya no tenemos que ir al veterinario.
Fin.
Espero que les haya divertido, hasta el próximo cuento.