Días de Mariposa 8

«Días de Mariposa» es una novela corta en la que estuve trabajando hace ya un tiempo, la voy a publicar en pequeñas partes todos los martes a las 18hs hora Argentina, 23hs hora de España, 17hs Miami.

Espero que la disfruten:

Día Dos

Ya en el taxi comenzaron a besarse apasionadamente, situación que, de a ratos, distraía a los ojos tristes de quien manejaba; era un hombre de unos  50 años, añejado más de lo que parecía a causa de, tal vez, una vida no muy afortunada.

-Quédese con el cambio- le dijo Juan dándole unos billetes abollados al conductor del taxi mientras bajaban del vehículo.

 Los besos frenéticos continuaban mientras ella peleaba con el cierre de su cartera buscando la llave de su casa. Una vez dentro, las caricias se hicieron más intimas produciéndole una gran excitación a Juan como si fuera un joven adolescente iniciándose en la pubertad, esto casi le hace perder el control de sí mismo antes de siquiera empezar, a pesar de su experiencia en esta materia. Ella lo empujó en el sillón sacándole la ropa y desvistiéndose completamente también, luego la joven paró de besarlo por un momento,  cosa que Juan sin decírselo se lo agradeció, ya que no podía controlarse más.

-Ya regreso- le dijo ella y se dirigió a su cuarto.

Varios minutos pasaron y Karina no regresaba; Juan se levantó del sillón y sin vestirse abrió la puerta de la habitación encontrándose con una situación que no era agradable a su virilidad, la muchacha estaba sentada en su cama tapándose el rostro, llorando desconsoladamente.

-¿Qué te pasa Karina?

-Es que, perdóname juan, pero no puedo seguir haciendo esto, no puedo hacerle esto a él.

-¡¿Qué?!¡¿A quién?!

-A mi novio, es que eras una cuenta pendiente para mí, no podía casarme con él aun sin tener otra oportunidad con vos, estoy comprometida.

  “Toc-toc”. Alguien tocaba la puerta.

-¡Kari, amor mio, abrime! ¡¿Por qué no me contestas el celular?!- se escuchó una voz tras la entrada de la casa.

-¡No! ¡Es Ricardo! Se supone que no estaba en la cuidad.- dijo ella tornando su rostro en preocupación-¡Tenés que irte ya de acá!

-Uh, bueno, no quiero que te metas en líos, pásame mi ropa- le dijo Juan con el corazón a mil.

Se empezó a escuchar como Ricardo buscaba la llave y se proponía a ponerla en la cerradura.

-¡No hay tiempo, salí por la ventana así como estás!- le dijo ella y, casi empujándolo, lo sacó por la ventana.

Juan, un poco aturdido, se escondió desnudo tras unos arbustos y se detuvo a escuchar que era lo que iba a suceder.

-¡¿Qué hiciste Karina?!¡¿Qué es toda esta ropa tirada acá?!- retumbó la gruesa voz de Ricardo, aparentemente no era un sujeto muy pequeño en estatura y musculatura-¡¿Dónde está que lo mato?!

-¡No, para Ricardo, calmáte!- le decía la muchacha con la voz llorosa.

-¡Tu ventana esta abierta! ¡¿Salió por ahí no?!

-¡No Ricardo, calmáte! ¡¿Qué vas a hacer con esa arma?!- gritó la joven desesperada.

Al oír esto, todo el cuerpo de Juan tembló, y tras pensar que su vida duraría mucho menos de lo que la maldición se lo permitía corrió como nunca lo hizo en su vida; corrió sin detenerse y sin siquiera tener una pulsera puesta en su muñeca, desnudo por las calles de la ciudad sin detenerse hasta su casa, ante la mirada de las personas que aprovechaban la noche para divertirse, y ante un que otro trabajador nocturno.

 Mientras Juan corría desesperadamente por las calles, Karina Y Ricardo lo miraban desde la ventana sin parar de reírse, hasta el punto de lagrimear.

-Gracias Riki por ayudarme en esta.

-No, no te hagas problemas- apenas le respondió él entre carcajadas- aunque no puedo negar que está muy hermoso el famoso Juan, bueno, ese mal parido se merecía una lección como esta, para que estamos los amigos.

…continuará

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