Días de Mariposa 17

«Días de Mariposa» es una novela corta en la que estuve trabajando hace ya un tiempo, la voy a publicar en pequeñas partes todos los martes a las 18hs hora Argentina, 23hs hora de España, 17hs Miami.

Espero que la disfruten:

Día Ocho

Era una bella mañana en la ciudad, se podía ver a las familias caminar en el parque situado frente al hospital y a los niños jugando en las hamacas. También se podía ver a los perros corretear a las palomas que se juntaban a comer las migas que los paseantes les arrojaban, entonces éstas volaban aprovechando la libertad de la que contaban, no así la mariposa de Juan que permanecía encerrada en el interior del frasco golpeándose las alas contra sus bordes intentando escapar.

-Ya te liberaré, mariposa -le decía Juan –en el momento en que Valentina me responda, pase lo que pase, te dejaré ir.

            Juan esperaba ansioso la respuesta que aquélla bella joven le daría a la hora del almuerzo, pero algo no estaba bien. De repente, la mariposa  cesó en sus intentos por escapar al sentirse sin fuerzas, y lentamente y en círculos descendió a la base del frasco. El insecto presentía que algo malo estaba sucediendo, esa es la intuición del corazón.

Ya a la hora del almuerzo, Juan esperaba en su habitación con las manos  cruzadas, muy nervioso, haciendo girar sus pulgares; cuando de repente la puerta se abrió y para desilusión de sus ojos nuevamente, era otra persona quien traía la comida.

            -¿Y Valentina? ¿Por qué no vino?

            -¿Te referís a Valentina Rodríguez? Ella todavía está a prueba porque recién empieza como enfermera, lo más probable es que la hayan trasladado a otro hospital.

            El mundo de ilusiones que había creado en su mente se volvió confuso y gris. En ese momento giró su vista hacia el frasco y percató que la mariposa ya no volaba. La profunda tristeza que se había apoderado de él los días anteriores volvía a su persona.

            -No voy a comer -le dijo Juan a la enfermera -de qué sirve que coma alguien que va a morir. Me gustaría hablar con mi madre, si la pueden llamar.

            Así fue que en el transcurso de la tarde su madre se hizo presente muy angustiada al enterarse por boca de las enfermeras que su hijo se rendía poco a poco a la muerte.

            -¡Mi hijo! ¡Cómo podés decir tal barbaridad! Si los médicos dicen que estás sano.

            -Es que ¡mamá! ¡Mira a la mariposa, ya no vuela!

            -¡Basta ya! Dejáte de joder con ese bicho de porquería -le interrumpió su madre enojada, cansada ya de aquéllos desvaríos que solo le causaban dolor a su corazón -¿No ves que solo es un bichito que no hace nada? Ni bueno ni malo, solo sufre porque lo tenés encerrado.

            -Mamá, tenés que averiguar qué paso con la enfermera Valentina Rodríguez; y si no la encontrás, hacé todo lo posible para sacarme de acá, así paso los últimos días de mi vida en casa.

            -Parece que no me has escuchado ¿Qué te pasó mi niño que quedaste así? -le dijo su madre entre lágrimas.

            La madre se retiró de la habitación y cumplió con lo que Juan le había pedido. Intentó averiguar qué había pasado con la enfermera pero nadie le dio una respuesta. También habló con los médicos para ver si había alguna posibilidad de que le dieran el alta ya que se le veía mejor.

            -Lo siento señora -le respondió el médico –sé que sus intenciones son buenas, pero ante las declaraciones de su hijo, lo mejor es que esté vigilado porque podría intentar suicidarse.

            -¡Ay no! -dijo la señora cubriéndose la boca con la mano.

            -Aquí va a estar más seguro, lo mejor es que se quede unos días más en el hospital.

…continuará.

Días de Mariposa 16

«Días de Mariposa» es una novela corta en la que estuve trabajando hace ya un tiempo, la voy a publicar en pequeñas partes todos los martes a las 18hs hora Argentina, 23hs hora de España, 17hs Miami.

Espero que la disfruten:

Día Siete

Tras haber pasado la mitad del día haciéndose tediosos estudios y tras haber demostrado amabilidad y buena conducta, los médicos decidieron darle permiso para que saliera al patio del hospital, era un hermoso día de primavera para que tanto él como su mascotita pudieran disfrutarlo al menos un momento.

-Hoy me decido corazón -le hablaba Juan a la mariposa -la voy a invitar a salir. Me he portado bien, me tienen que dejar ir, además que ganan ellos teniéndome encerrado todo el tiempo en este horrible lugar.

Unas curiosas palomas bajaron de los árboles del patio y se acercaron a él esperando que las alimentase, Juan solo las miraba ya que no tenía nada para darles, fue cuando vio a Valentina caminando en los pasillos del hospital, como en una obra cinematográfica sus elegantes movimientos parecían hacerse en cámara lenta y al verla le hacía sentir algo a lo que no estaba acostumbrado, una agradable sensación en el pecho que no le era común. ¿Será que había encontrado el amor? ¿Será que podría romper el maleficio? Pero como si fuera un adolescente las dudas superaban a sus certezas.

-Hola Juan ¿Cómo está tu corazón? -le preguntó Valentina que decidió quedarse a conversar un rato con él.

-No es mi corazón, es… es una mariposa que tengo encerrada en un frasco. ¿Viste que ya no estoy loco? -le respondió Juan sonriendo.

-Qué bueno, entonces ya podés abrir la tapa del frasco y dejarla libre.

-Yo la dejaría libre solo si me prometes algo, que saldrías a cenar conmigo.

La chica abrió los ojos con sorpresa, luego miró hacia abajo sonriendo, por unos momentos olvidó que él era un paciente y ella una enfermera y se dejó llevar por las ilusiones de su joven corazón.

-Me sorprendiste, no sé qué decirte -sonrió nerviosa -creo que tengo que atender a los demás pacientes, ya estuve mucho tiempo contigo, la próxima vez que nos veamos te contesto.

Se retiró caminando a gran velocidad ante un sonriente Juan, luego de que se fue él tomó su frasco y lo acercó a su pecho.

-ves corazón, si ella me contesta que sí, me juego y te libero -se detuvo un rato a pensar -y sí he de morir habré de morir, espero que sea buena mi suerte.

La mariposa no dejaba de revolotear dentro del frasco, tal vez estaba ilusionada ante la promesa de su dueño, así podría disfrutar de las flores de la primavera. Juan apreciaba a las palomas volar, Valentina de a ratos detenía sus quehaceres para pensar y la mariposa bailaba en su limitado aire; los tres sin saber que desde una ventana, anotando en su planilla, la doctora Roxana Medina con desagrado había visto todo lo ocurrido.

-¿Me mandó a llamar doctora?

-Sí pasá sentáte -le respondió sin moverse de su escritorio -la mandé a llamar porque noté una conducta inapropiada para una enfermera, no debería mantener ese tipo de relaciones con sus pacientes, al menos no adentro del hospital, además recuerde el detalle de que es “un paciente”.

-Es que…

-¡¿Es que qué?! -la interrumpió bruscamente -¿Qué le va a crear falsas expectativas? Recuerde que ese muchacho no está bien de la cabeza -se levantó y caminó con los brazos cruzados en su espalda por detrás de Valentina -siga mi consejo, usted es muy joven, no tire por la borda su carrera por errores como ese. Ahora retírese y luego se le comunicará la sanción pertinente.

Se había hecho de noche ya y Juan que había mejorado de manera sorprendente esperaba acostado con ansias la hora de la cena, cuando alguien abrió puerta.

-Buenas noches señor Juan Cortes, es hora de la cena.

-¿Y Valentina? ¿Porque no vino?

-¿Se refiere a la señora Rodríguez? No ella no pudo venir por motivos que desconozco -le respondió la nueva enfermera.

…continuará.

(Cuentos del mundo) México: La Llorona

He aquí

En un día muy gris

La familia se había reunido

En el lugar ya definido

Para despedir al señor de la casa

El que fortuna ahora ya no amasa

Y que su empresa a lo último ha fundido.

«Ni una lagrima mis hijos»

La señora a sus chicos dijo

«Para este hombre malvado

Que en mis huesos el mal a calado

Y que mal ha hecho a sus hombres

En blanco entregó a estos los sobres

Sin dinero por sus lavados».

«Así es mi madre»

Dijo el más parecido al padre

«Este hombre que nunca nos dio amor

Y que llenó nuestras vidas de dolor

Se va dejándonos sus males

Deudas y juicios como mares

Que hasta a los santos llena de estupor».

El cura ahí miraba con desprecio

El ataúd de bajo precio

Con el cual este cristiano

Sería entregado a los gusanos

Porque al cielo no iba a ir

El mismo cura no lo iba a permitir

Rezándoles a todos sus santos.

Escupió el enterrador

A este hombre aterrador

Al que nadie en el pueblo quería

Por tener tan mala vida

Antes de taparlo con tierra

«Te odio pedazo de mierda»

Pensaba mientras lo hacía.

Todos se marcharon

Con una piedra lo taparon

Porque cruz no le pusieron

Sin pena se fueron

Para olvidarle pronto

Hacer un luto corto

Tampoco ellos nada dieron.

Todos se fueron menos una mujer

Se acercó cuando empezó a llover

Puso una cruz y también unas flores

Hermosas de varios colores

Mientras perdía todo el encanto

Ya que se quebraba en llanto

Al ver al amor de sus amores.

Ay, ay, ay lloraba

Lo que digan los demás no importaba

Si era un hombre malvado

Nadie como él la había amado

Ella nunca lo olvidaría

Porque a ella amo como a nadie en la vida

Mientras por todos era odiado.

Ay, ay, ay se lamentaba

De su herida aun no sanada

Que ha su pecho había secado

Por el niño no amamantado

Castigado por el desamor

Del hombre que la dejó

Y por el cual había pecado.

Ay, ay, ay la mujer lloró

A todos algo enseñó

No importa lo que hagas

Todas las cosas malas

Alguien te va a querer

Y no te querrá perder

Aunque al infierno te vayas.

Fin

Días de Mariposa 15

«Días de Mariposa» es una novela corta en la que estuve trabajando hace ya un tiempo, la voy a publicar en pequeñas partes todos los martes a las 18hs hora Argentina, 23hs hora de España, 17hs Miami.

Espero que la disfruten:

            -Yo no estoy loco emm, Valentina -le dijo mirando la placa identificadora que tenía en su camisa, pasó toda la mañana con la mandíbula endurecida pero el comer los pétalos de la flor aparentemente le había ayudado a recobrar el habla -¿Cuánto tiempo más voy a estar encerrado acá?

            -¿Por qué tenés esa mariposa en ese frasco? Estamos en primavera, deberías dejarla ir.

            -¡No puedo! -dijo Juan abrazando al recipiente que contenía al insecto -¡Este es mi corazón y no puedo dejar que nada malo le pase!

            -Por conductas como esta es que no podés salir de acá. -le dejó la bandeja, se levantó y se dirigió hacia la puerta de la habitación-encerrándolo solo le hacés más daño, deberías dejar que vuele libre. Ahora me voy a ver a los otros pacientes.

            “Debería dejarla libre” ”encerrándola solo le hago más daño” pensaba Juan, estas palabras le quedaron resonando en su cabeza ya que un fuerte significado contenían, su corazón estaba encerrado y él tenía el poder para liberarlo, pero su miedo era tan fuerte que esta tarea le parecía imposible. También quedo pensando en la joven enfermera, porque para él si fuera otra la situación esta señorita sería una de sus habituales presas de la noche.

            Tras haber oscurecido, en vísperas del horario de la cena, juan esperaba que la joven enfermera le trajera la comida, le era muy agradable que una bella joven le atendiera aunque por su boca no fuera a pasar ningún bocado, raramente había adquirido ese último día una necesidad inmensa de ingerir flores con la cual suplantaba a la comida normal; también avisó a su madre para que le trajera rosas, cosa que la señora hizo aunque le había parecido extraño el pedido, era su niño pequeño, lo que le pidiera ella trataría de llevarle.

            -Hora de la cena -dijo la enfermera al entrar, que para la suerte de Juan, era la misma que había venido a la mañana -esta vez sin reproches te la vas a comer eh.

            -sos muy joven ¿Hace mucho que sos enfermera? -le preguntó Juan con una sonrisa, galán había sido toda su vida y si le tocara morir siendo galán moriría.

            -He, hoy es mi primer día.

            -Sos una chica muy linda, es una suerte para mí que me hayan internado justo cuando vos empezabas -le dijo Juan mirándole sus delicadas manos revolver la sopa -tal vez sea el destino el que quería que nos conozcamos.

            -Bueno gracias -dijo Valentina sonriendo -pero no me vas a convencer, vas a tener que comerte esta sopa.

            -No puedo, en verdad aunque quisiera. Es que estoy maldito, por eso es que como flores.

            -Sí es así es mejor que no pierda mi tiempo y me vaya a ver a los otros pacientes, a ver si también tienen historias como esa para no comer.

            La sonrisa de la joven se borró y se levantó molesta entonces Juan la tomó de la muñeca y al hacerlo sintió como una energía le recorría el cuerpo desde sus pies hasta sus cabellos, su corazón comenzó a latir con más fuerza haciéndole vibrar los labios y su ser comenzó a levantar temperatura.

            -Quedáte un rato más, por favor -le dijo mirándola con los ojos entristecidos.

            -Bueno, solo unos minutos -le respondió ella luego de mirarlo un rato también, Juan era un hombre que solía tener un efecto muy influyente sobre las mujeres.

            Así fue que hablaron unos momentos de cosas vanas y en el frasco, aunque fuera de noche, la mariposa revoloteaba con mucha energía chocándose en incontables ocasiones contra el vidrio, había recobrado su fuerza y volaba con alegría.

            -Bueno, ya me tengo que ir.

            -¿Volvés mañana a hablar conmigo? Prométemelo -le dijo él tomándole la mano.

            -Voy a tratar, ahora tratá de descansar y cuanto mejor te portés más rápido vas a salir de acá.

            La enfermera apagó la luz y cerró la puerta, Juan por un momento olvidó la maldición de la mariposa y logró dormirse con felicidad en su pecho.

…continuará.