«Los niños del Futuro» es una historia que escribí en mi adolescencia y que años después la mejoré para que su lectura sea más agradable; es un cuento que por momentos se me hacía difícil procesar su contenido, pero más allá de eso hice el esfuerzo y logré terminarla.
La voy a publicar en pequeñas partes todos los martes a las 18hs hora Argentina, 23hs hora de España, 17hs Miami.
Espero que la disfruten:
La convocatoria
-¡¿Qué te pasa a vos?! ¡He! ¡¿Qué me decís?! ¡No te escucho!- ponía su mano cerca de su oreja para oír mejor mientras levantaba las cejas y miraba hacia otro lado en un gesto sobrador-¡Vá, igual le ganamos siempre!
-¡De suerte nomás nos ganan! ¡Vas a ver! ¿Le jugamos un partido o tenés miedo?
-¡Pero andá! ¡Armá tu equipito y nos vemos en un rato en la canchita!
-Dale, esta vez se van a comer una goleada.
-¡Jaja, quiero ver a tu murguita a ver que hacen!
Los dos niños se retiraron por sus respectivos pasillos para armar sus equipos; entre las señoras que aprovechaban el día para colgar sus ropas en sus improvisados tendales, algunos hombres que se juntaban para tomar unos mates y también entre otro grupo que tal vez, se tomaban algún vinito para ahogar algunos sinsabores de la vida, iba Carlitos reclutando a sus amigos en las casillas de cuatro metros cuadrados del superpoblado barrio.
-¡Dame te digo!- forcejeaba un niño con otro más pequeño.
-¡Mamaá!- gritó el más chico de los dos llorando tras no haber podido quedarse con el juguete que era el centro de la disputa.
-¡Damián! ¡Prestale el autito a tu hermanito!- la mujer dejó sus quehaceres por un momento y se acercó a los niños para hablarles, esta vez con un tono más agradable- ¿No ves que él es más chiquitito que vos? Aprendé a compartir ¿Sí mi hijito?
-Bueno, está bien- respondió el pequeño ante la agradable presencia de su madre.
Mientras la mujer limpiaba las lágrimas del rostro del más pequeño se podía escuchar unos piecitos correr y tras unos golpecitos en la puerta de madera vieja comida por la humedad y las hormigas, el niño más grande fue a abrirla.
-¿Qué hacés cabezón?- le dijo Carlitos que venía corriendo.
-¿Cómo andás Carlitos, todo bien?
-Preparate que hay fubol contra los del otro pasillo.
-Hu, bueno dale.
Los dos chicos fueron a buscar a otro integrante del equipo, que estaba al otro lado de un pequeño muro que dividía la villa de una avenida asfaltada con veredas.
-¡Mentitas! ¡Mentitas! ¡Treinta centavos la cajita!- gritaba el pequeño-¿Señor quiere comprar mentitas?
-No gracias, te agradezco-le decía un hombre que pasaba muy apresuradamente, como casi todos los que caminaban por ahí; este hombre por lo menos le respondió, ya que la mayoría simplemente lo ignoraba.
-¿Qué haces pulga? Dejá un rato las mentitas y vamos a jugar un partido-le decía uno de sus amigos que habían venido a buscarlo.
…continuará.
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