«Los niños del Futuro» es una historia que escribí en mi adolescencia y que años después la mejoré para que su lectura sea más agradable. Un jugador estrella…
La voy a publicar en pequeñas partes todos los martes a las 18hs hora Argentina, 23hs hora de España, 17hs Miami.
Espero que la disfruten:
El jugador de los sueños
Había un barquito chiquito hecho de papel por sus propias manos en la canaleta que corría a gran velocidad debido a la reciente lluvia, la pequeña niña quiso agarrarlo pero al tocar el agua esta se convirtió en un mar; entonces ella se metió al agua para detener al barquito que se marchaba ante sus ojos pero el mar de repente se transformaba en un espeso lodo que la inmovilizaba y que por más que luchaba, no podía hacer nada para recuperar su barquito que se perdía en el horizonte como el sol en el atardecer; hasta que por fin despertó.
-Que sueño más feo- dijo la madre de la pulga mientras veía a su hijo ponerse la mochila-¿A dónde vas?
-Hola má, voy a vender las mentitas.
La madre se levantó, puso a calentar el mate cocido que guardó del día anterior junto con una tarta frita y encendió un rato el televisor.
“Último momento, acaba de renunciar el ministro de economía tras haber sido rechazado su paquete de medidas, en instantes ampliaremos” se oía en la televisión.
-Pero ¿A dónde vamos a ir a parar así?- dejó escapar su pensamiento en voz alta la mamá de la pulga mientras le daba la taza para que coma algo antes de salir- no voy a dejar que salgas sin que hayas desayunado.
-¡Gracias mamá!- le dijo recibiendo la taza- ¿Puedo entonces mirar dibujitos un rato?
La madre sonriéndole cambió de canal y puso caricaturas para que él se entretenga mientras tomaba su mate cocido.
-Está bien mi nene- le dijo y fue a ordenar la cama en donde dormía junto a su pequeño.
Una vez que terminó de desayunar y que se cansó de mirar los dibujitos, se levantó y fue a saludar a su madre para así marcharse a vender sus mentitas como lo hacía todos los días. Entonces su madre lo abrazó con fuerza demostrándole cuanto lo amaba y lo miró queriendo tal vez decirle que cuando el regrese le tendría preparado un rico bifecito de carne para almorzar, pero bien ella sabía que no tenía dinero para ofrecerle tal cosa.
-Hoy traigo algo rico para comer- le dijo la pulga adivinando el pensamiento de su madre.
Luego el niño se marchó ante la orgullosa mirada de su madre, que respetaba el esfuerzo que el hacía siendo tan pequeño y con un sentido tan grande de la responsabilidad que le recordaba a su difunto padre. A aquel hombre con el que se casó, que todas las mañanas temprano se levantaba para ir a trabajar a la fábrica en el puerto para que a ella no le falte nada durante su embarazo.
Ellos vivían en un pequeño departamento alquilado, en donde hacían sus planes para tener su propia casa, pero la crisis los sorprendió y él fue despedido por recorte de personal; entonces al ya no poder pagar el alquiler y al no tener a donde ir, por recomendación de un amigo de la fábrica, consiguieron un terrenito en la villa para instalarse “momentáneamente” como ellos creían, hasta que él consiguiese un nuevo trabajo. Su marido en esos días se enfermó y al no tener dinero para ser atendido por un buen médico, tuvo que dejarlos sin poder cumplir con los sueños que a sí mismo se había prometido.
“Hay amor si tan solo pudieras ver a tu nene, lo guapo que es” pensaba su madre mientras veía a su hijo marchar creyendo que se iba a vender las mentitas en la calle, pero en realidad él se dirigía a encontrarse con su amigo el rata en el baldío.
Continuará…
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