Maverick

Sentado en el motor de un aire acondicionado que estaba en una terraza se encontraba John Stewart, mirando sus pies descalzos lastimados y sucios de hollín mientras se hamacaban, luego de un movimiento brusco se bajó del motor.

Había bastante viento, y este le hacia bailar sus cabellos rubios secos por el sol , con su mano hacia visera para poder mirar al astro diurno en el horizonte el cual se quería esconder en unas horas por el atardecer. Estando John parado en la horilla que miraba hacia el mar, hizo unos cálculos con la mirada, luego caminó hacia la otra orilla de la terraza del edificio y observó hacia abajo en las calles.

En las calles la gente huía a toda velocidad del lugar en dirección contraria a la costa, algunos autos chocaban con otros en la desesperación al intentar escapar de lo que estaba por ocurrir.

Las nubes taparon el cielo y estruendosos relámpagos se hicieron presente como si fuera la señal que estaba esperando, entonces John desenfundó su tabla de surf y tomándola fuertemente corrió hacia la orilla que daba al mar para pegar un salto.

Y allí venía la gran ola del Tsunami comiéndose todo a su paso como un gran monstruo convirtiendo a la ciudad en un recuerdo, un recuerdo de una vida anterior que dio cosas tristes y felices, pero que ahora para John Stewart ya no importaba, solo importaba montar a esta «última» gran ola, y el desgraciado de John Stewart lo había logrado. Antes de recibir a la gran ola, logró poner los pies sobre la tabla y a gran velocidad fue surfeando hasta colocarse encima de ella.

Los edificios hacían un estruendo horrible al destruirse por el tsunami, parecía como si el mar embravecido estuviera rugiendo como una bestia intentando ser domada por un cowboy, y ese cowboy era John Stewart.

-¡Callate perra!- gritaba John mientras mantenía el equilibrio sobre su tabla- ¡Eso eres! ¡Una maldita y débil perra!

Tras unos intensos minutos de devastación la ola se fue calmando dejando a John en tierras mas altas y se fue volviendo a su hogar , el gran oceano, dejando ver el rastro de su furia en lo que anteriormente fuera una prospera ciudad. Las nubes se despejaron y el silencio pacifico inundo el lugar.

John había domado al monstruo.

Fin.

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