-¿Ya te vas?- preguntó ella tomándole la mano.
-Sí, tengo que irme a trabajar- respondió él cortantemente.
-No vayas- dijo ella mirándole tiernamente a los ojos.
-No puedo quedarme- le dijo él sonriendo- me necesitan.
-Yo también te necesito, quédate- le dijo ella.
-¿Y quién va a pagar las cuentas? ¿Cómo vamos a comprar comida?- le dijo él con la voz esta vez más firme.
-Igual, quédate- le dijo ella frunciendo el ceño.
-No, me tengo que ir- le dijo él mientras intentaba que le soltara la mano- tengo que cuidar a las abuelitas.
-Bueno, pero solo porque las abuelitas son muy lindas- le dijo ella sin dejar de soltarle la mano- ¿Y a mí quien me va a cuidar?
-Para eso está Terry- él señaló a un pequeño perrito que estaba acostado en un almohadón, este al escuchar su nombre comenzó a mover su cola de emoción.
-Ven aquí Terry- dijo ella soltándole la mano y alzó al perro que jadeaba contento-¿Cómo está la abuela Marcia?
-¿La abuela Marcia?- él hizo una pausa incomoda y miró hacia un costado con tristeza-bien, la abuela Marcia está bien.
-Bueno- dijo ella sin querer preguntar más.
-Me tengo que ir- dijo él
-Si está bien- dijo ella sin oponerse esta vez.
-Adiós, te quiero- le dijo él.
-¿Llevas barbijo?-preguntó ella.
-Sí, lo tengo- respondió él.
-¿Y el alcohol?-preguntó ella.
-Sí, lo tengo- respondió él.
-Cuídate- le dijo ella.
-Sí, si- le dijo él.
-Te quiero- le dijo ella.
-Yo también- le respondió él.
-Chau- dijo ella.
-Chau-dijo él y cerró la puerta para irse a trabajar en el hospital.
FIN