El frío tren

Alexander Pietrov esperaba el tren sentado en un banco de una fría estación de la ciudad; mientras leía el diario el cual tapaba su rostro, como si fuese una chimenea se veía su aliento ascender a los cielos; de a ratos espiaba para ver si venía el transporte y luego se volvía a esconder tras el diario, en realidad no lo leía, solo se escondía.

El ruido pesado del tren se hizo presente, Alexander dobló el diario y lo guardó en su saco, acomodó su sombrero y sujetándolo con la mano como ocultado su rostro, caminó apresuradamente y se subió al tren, rápidamente se dirigió hacia atrás del vagón y se sentó junto a la ventanilla, sacó nuevamente su diario y tapó su rostro solo espiando de vez en cuando hacia afuera.

El tren comenzó a moverse y el ruido de las vías como un gran reloj en el que el era una aguja que se hamacaba se hizo presente. Alexander siguió oculto tras su diario.

-Disculpe ¿Puedo sentarme?- la voz de una bella mujer lo presipitó, él asintió con la cabeza sin mirarla.

La mujer se sentó a su lado y sacó un libro, tranquilamente lo leyó para hacer mas ameno su viaje. No dijo ninguna palabra, Alexander tampoco, pero sus manos se ponían frias y su frente también, no podía respirar y su oído parecía haber adquirido una capacidad sobrehumana, ya que podía oír cuando la mujer pasaba la yema de sus dedos por las hojas de su libro, también podía oir su respiración y sentía el frio corporal que ella emanaba, sus manos apretaban el diario con fuerza.

Al llegar a la siguiente estación la mujer se bajó dejando vacío el asiento junto a Alexander, aunque no tan vacío, ya que se había olvidado su libro, o tal vez lo dejó a propósito para que él lo tomara. Alexander deslizó suavemente su mano y tomó el libro, se aseguró de tapar bien su rostro nuevamente con el diario y leyó la portada.

El libro se llamaba «Alexander Pietrov, el hombre del tren». Alexander confundido y alterado soltó el diario y se dirigió al final del libro y leyó lo siguiente.

«Aquel hombre tímido, al que siempre veía en el tren, ese al que todos llamaban loco, fue la persona mas importante de mi vida, ya que cuando quise morir en las vías del tren él fue el único que reaccionó, me sacó del peligro y cambió mi destino por el suyo despidiéndose con una sonrisa»

Alexander buscó quien había escrito el libro, era una bella mujer fallecida hace años ya, su nombre Maria Derzuk, revisó si había una foto de aquella mujer y estaba en la contraportada del libro.

Efectivamente, era la mujer que se había sentado a su lado.

FIN

Maverick

Sentado en el motor de un aire acondicionado que estaba en una terraza se encontraba John Stewart, mirando sus pies descalzos lastimados y sucios de hollín mientras se hamacaban, luego de un movimiento brusco se bajó del motor.

Había bastante viento, y este le hacia bailar sus cabellos rubios secos por el sol , con su mano hacia visera para poder mirar al astro diurno en el horizonte el cual se quería esconder en unas horas por el atardecer. Estando John parado en la horilla que miraba hacia el mar, hizo unos cálculos con la mirada, luego caminó hacia la otra orilla de la terraza del edificio y observó hacia abajo en las calles.

En las calles la gente huía a toda velocidad del lugar en dirección contraria a la costa, algunos autos chocaban con otros en la desesperación al intentar escapar de lo que estaba por ocurrir.

Las nubes taparon el cielo y estruendosos relámpagos se hicieron presente como si fuera la señal que estaba esperando, entonces John desenfundó su tabla de surf y tomándola fuertemente corrió hacia la orilla que daba al mar para pegar un salto.

Y allí venía la gran ola del Tsunami comiéndose todo a su paso como un gran monstruo convirtiendo a la ciudad en un recuerdo, un recuerdo de una vida anterior que dio cosas tristes y felices, pero que ahora para John Stewart ya no importaba, solo importaba montar a esta «última» gran ola, y el desgraciado de John Stewart lo había logrado. Antes de recibir a la gran ola, logró poner los pies sobre la tabla y a gran velocidad fue surfeando hasta colocarse encima de ella.

Los edificios hacían un estruendo horrible al destruirse por el tsunami, parecía como si el mar embravecido estuviera rugiendo como una bestia intentando ser domada por un cowboy, y ese cowboy era John Stewart.

-¡Callate perra!- gritaba John mientras mantenía el equilibrio sobre su tabla- ¡Eso eres! ¡Una maldita y débil perra!

Tras unos intensos minutos de devastación la ola se fue calmando dejando a John en tierras mas altas y se fue volviendo a su hogar , el gran oceano, dejando ver el rastro de su furia en lo que anteriormente fuera una prospera ciudad. Las nubes se despejaron y el silencio pacifico inundo el lugar.

John había domado al monstruo.

Fin.

Encoronados con virus

La vida del empresario hace que no puedas parar nunca, así que tomé mi portafolios y me dirigí rápidamente al aeropuerto; en el auto, mientras manejaba en silencio mi chófer, abrí mi notebook y comprobé el estado de las acciones de la empresa en la bolsa, no era una buena jornada, me mensajeé con colegas y todos estaban como yo, atentos a sus notebook y a sus celulares para ver como en una matriz gráfica obtenida a través de un programa, números de color rojo con comas se convertían en verdes y viceversa; me ardían un poco los ojos al mirar la pantalla, pero nada me detuvo en mi vida en mis mas de 30 años en el negocio, así que no le dí importancia.

-¿Y si invertimos acá o allá?- le decía por celular a un colega.

-Mejor vendemos acciones de acá y compramos esta de allá- me respondía mi colega.

Mientras tocaba mi frente caliente, calculo que por los nervios, el numero en el gráfico pasó de rojo a verde.

-¡Bien hecho!- festejamos los dos al unisono.

Finalmente llegamos al aeropuerto, estaba llamativamente vacio, «va no es mi problema» pensé y mientras caminaba apurado para subir a mi avión conversaba con otro colega por celular. ¡Necesitamos convertir mas números rojos en verdes!

En el check in dejé mis papeles en el mostrador, sin mirar, como de costumbre, ya que los empresarios como yo no tenemos tiempo para mirar a la gente, esperé el tiempo acostumbrado, dije las frases de memoria casi impecablemente porque la interrumpí un par de veces a causa de una pequeña tos pasajera, como siempre tomé mis cosas y sin dejar de hablar por teléfono subí a mi avión.

No tuve problemas para sentarme, ya que el avión estaba vacío, «parece que arribé muy temprano» pensé y al rato abrí mi notebook para ver como rendían nuestras acciones por ultima vez antes de desconectarla. Siempre aprovecho el viaje en avión para dormir un pequeño rato, cerré los ojos y sentí como el avión despegaba, luego de un momento los abrí y al mirar a los costados descubrí que en el avión nadie mas estaba conmigo; confundido me fregué los ojos y me acerqué a la ventanilla del avión, efectivamente, estábamos volando.

Creo que a causa de la situación tan anormal me agité un poco y me costó respirar, ya no soy tan joven, así que me tomé unos minutos para relajarme, hasta que finalmente el piloto del avión se digno a hablarle a los pasajeros, en este caso al único pasajero que era yo.

-«Señores pasajeros- se escuchó la voz tranquila y gruesa del piloto- queríamos informarle que, a causa del brote y expansión del nuevo virus, entramos en cuarentena».

«¿Cuarenena?» pensé yo mientras me costaba aun mas respirar.

-«Así es, cuarentena»- respondió a mi pensamiento- «estaremos los próximos 15 días suspendidos en el aire hasta cumplir con el protocolo de seguridad para evitar el contagio.»

Quise levantarme del asiento pero el cuerpo no me respondía. El piloto continuó.

-«Y por seguridad de los demás, los infectados no podrán levantarse de sus asientos.- «pero ¿Qué pasará con mis números rojos y verdes? ¿Quienes se preocuparan por mis pequeños numeritos por los próximos 15 días?» pensé preocupado, finalmente el piloto concluyo.

– » Que tengan todos ustedes un muy feliz viaje».

FIN!!!!

Espero que les haya gustado esta corta historia (aunque es un poco aterradora ¿No? jeje) Cuídense, lávense las manos y sigan los protocolos de seguridad para que estos tiempos solo pasen como una anécdota. Que tengan todos ustedes un buen fin de semana.

Hablando sobre «La Casa Tomada» de Julio Cortazar

Antes que nada, o todo, los invito a conocer la obra «La casa tomada» de Julio Cortazar, la pueden encontrar en todos lados y en todos los formatos, en librerías, en bibliotecas, audiolibros, y/o acá en la web escrito, en audio y en vídeo. De izquierda a derecha, de derecha a izquierda; de abajo a arriba y de arriba a abajo.

Escribo esto porque tengo que decirle algo a Don Julio, es que dejó las ventanas abiertas y la casa se llenó de gente de todas clases, y están revisándolo todo y revolcando todo, uno le dice a otro «mirá, las estampillas» y el otro le responde «no me importa, vine a ver que comida hay en la cocina» otros revisan las lanas y los tejidos meticulosamente mientras otros miran los puntos de este sin entender nada, algunos quieren limpiar los muebles del polvo bonaerense y otros entran con los zapatos sucios a propósito, hay quienes se pelean por la pava del mate y otros que pelean por ver quien sebará, algunos quieren tomar el mate solo y otros lo quieren compartir.

¿Y las llaves de la puerta principal? Que importa, se habrán oxidado en el olvido. ¿Y los 15.000 pesos? Que importa, el tema no es la plata (o tal vez sí). ¿Y los libros de la biblioteca? No sé si alguien los leyó.

Le preguntaría ¿Que quisiste decir con toda esa maraña?

Tal vez me respondería «Fue algo que soñé, tal vez mio, tal vez heredado de otro tiempo, viste como esas ideas de Jung.»

Y yo le diría «Yo soy de los que entró en la casa y esta revisando que hay que comer en la cocina.»

Él capaz me dijera «Y no sé, vos escuchás lo que querés escuchar y entendés lo que querés entender.»

Tal vez me diría «dejenme ya de joder con «La casa tomada» lo que escribí, en su tiempo lo escribí, los que entraron y no pudieron salir, ¿Qué puedo hacer por ellos? Recordá también que una pareja de hermanos quedó afuera, no es solo los que están adentro el tema.»

Yo tampoco sé que es con certersa, lo único que puedo decir, es que despues de mas de 70 años de publicado el cuento, la casa se sigue tomando.

FIN.

(Cuentos del Mundo) Japón: El Unicornio

Hacía calor en la tarde de la Provincia de Mutsu. La dama de compañía Sakura, se abanicaba recostada por la mampostería de duro cedro de una de las habitaciones de una pequeña casa de placer a las afueras de la ciudad, ella esperaba la llegada de un comandante extravagante llamado Shibata Nagoya que tenía que hacer una parada antes de seguir su viaje al feudo de su señor luego de que este pasara un tiempo en el castillo del Shogun. La mujer tenía un contrato que hacer valer con esa persona, días atrás había recibido una importante suma de dinero para recibir a este samurái, ella nunca lo había visto pero le reconocería por un detalle, el hombre vendría vestido con un kimono celeste y con una katana que en su empuñadura tendría tallado un extraño caballo con un cuerno de oro que sobresalía de la madera. Al fin ya entrando la noche la comitiva de este comandante llegó al lugar. No fue muy difícil de reconocerle por su extraña apariencia, un caballero con un kimono Celeste entrando arrogantemente sentándose frente al tabernero  y pidiéndole el saque más caro que tenía era muy difícil de que pase desapercibido. Sakura se acercó a él tapándose el rostro con su abanico, de momentos corría el abanico  dejando ver su joven y hermoso rostro; el comandante Shibata Nagoya inmediatamente la reconoció como la mujer más linda de la casa de placer así que no fue muy difícil para ella entablar la conversación que los juntaría a compartir de la bebida.


 Luego de unos instantes de disfrutar de la velada  cantando, riendo y bebiendo; ella invita al comandante Nagoya a ir a un lugar menos concurrido así que se dirigen a sus aposentos para pasar una hermosa noche. El hombre una vez en el cuarto de Sakura se arrodilló y dejó su katana a un costado.

-¡Que katana tan extraña tienes!- le dijo Sakura sin dejar de abanicarse.

-Así es, fue hecha a pedido especialmente por mi- le respondió y tomó su espada con seguridad- ¿Quieres verla?

Entonces desenfundó su katana. La espada en si era muy hermosa, con el llamativo detalle ornamental dorado con forma de unicornio, el cual parecía tener rota la punta de cuerno; lo extraño era que estaba espectacularmente limpia, no tenía rastros de haber sido usada y no tenía rastros de que hubiese asesinado a alguien con el filo de la katana. Esto hizo dudar a Sakura ya que su cliente quería venganza por la muerte que éste le provocó a su familiares pero esta arma no parecía ser la causante. «Va ese no es mi problema» pensó Sakura, luego  él volvió a guardar su katana y ella se acercó al samurai.

Sin soltar su abanico comenzó acariciarlo mientras el hombre se dejaba llevar por el placentero momento haciendo que se diera la oportunidad de que él baje un instante la guardia, era el tiempo necesario a aprovechar para cumplir con la misión que le habían encomendado. Tomó del cuello al comandante acariciandolo con una mano mientras que con la otra apretó fuertemente su abanico para clavarle por lo menos una de las puntas con forma de aguja que sobresalían de este. El comandante Nagoya notó que los músculos de su compañera se tensaron entonces tomó su espada y sin desenfundarla hizo chocar la empuñadura con el cuerno de oro en el abanico de Sakura. Cuando esto ocurrió una nube de humo surgió del choque de las dos armas, ahí estaba el secreto de por qué Nagoya no tenía defectos en el filo de su espada,  usaba un veneno en aquel cuerno para matar a sus víctimas. Lo que ninguno de los dos esperaba es que ese veneno actuaría de una manera extraña al mezclarse con el veneno del abanico de Sakura. El humo que se formó rápidamente círculo en los pulmones de los dos provocándoles instantáneamente la muerte.

La joven cumplió la venganza que le habitan encomendado pero para su desgracia no pudo disfrutar del dinero que había ganado por su trabajo; nadie nunca supo qué le había pasado a los dos, cual fue la causa  de la muerte y nadie supo qué fue de la gran suma de dinero que Sakura tenía guardada en una pequeña caja de madera, salvo por la persona que contrató los servicios de la joven ninja, y que en el anonimato festejó por la caída del peligroso envenenador Shibata Nagoya, el principal samurai del ahora desprotegido señor feudal de la Provincia de Mutsu. 

Fin? Continuará?

(Cuentos del mundo) México: La Llorona

He aquí

En un día muy gris

La familia se había reunido

En el lugar ya definido

Para despedir al señor de la casa

El que fortuna ahora ya no amasa

Y que su empresa a lo último ha fundido.

«Ni una lagrima mis hijos»

La señora a sus chicos dijo

«Para este hombre malvado

Que en mis huesos el mal a calado

Y que mal ha hecho a sus hombres

En blanco entregó a estos los sobres

Sin dinero por sus lavados».

«Así es mi madre»

Dijo el más parecido al padre

«Este hombre que nunca nos dio amor

Y que llenó nuestras vidas de dolor

Se va dejándonos sus males

Deudas y juicios como mares

Que hasta a los santos llena de estupor».

El cura ahí miraba con desprecio

El ataúd de bajo precio

Con el cual este cristiano

Sería entregado a los gusanos

Porque al cielo no iba a ir

El mismo cura no lo iba a permitir

Rezándoles a todos sus santos.

Escupió el enterrador

A este hombre aterrador

Al que nadie en el pueblo quería

Por tener tan mala vida

Antes de taparlo con tierra

«Te odio pedazo de mierda»

Pensaba mientras lo hacía.

Todos se marcharon

Con una piedra lo taparon

Porque cruz no le pusieron

Sin pena se fueron

Para olvidarle pronto

Hacer un luto corto

Tampoco ellos nada dieron.

Todos se fueron menos una mujer

Se acercó cuando empezó a llover

Puso una cruz y también unas flores

Hermosas de varios colores

Mientras perdía todo el encanto

Ya que se quebraba en llanto

Al ver al amor de sus amores.

Ay, ay, ay lloraba

Lo que digan los demás no importaba

Si era un hombre malvado

Nadie como él la había amado

Ella nunca lo olvidaría

Porque a ella amo como a nadie en la vida

Mientras por todos era odiado.

Ay, ay, ay se lamentaba

De su herida aun no sanada

Que ha su pecho había secado

Por el niño no amamantado

Castigado por el desamor

Del hombre que la dejó

Y por el cual había pecado.

Ay, ay, ay la mujer lloró

A todos algo enseñó

No importa lo que hagas

Todas las cosas malas

Alguien te va a querer

Y no te querrá perder

Aunque al infierno te vayas.

Fin

(Cuentos del mundo) Brasil: La leyenda del demonio de la motosierra y la promesa de la madre tierra

Los niños jugaban en el árido lugar con una pelota de trapo que cada vez que era pateada levantaba un vendaval de polvo, mientras, sentadas sobre unas piedras, las viejas los vigilaban en la calurosa tarde hasta que se ocultara el sol; se repartían entre ellas un cuenco con pequeñas cantidades de agua que les servía para sobrevivir y les reservaban un poco a los chicos para que tomaran una vez que estos terminaran de jugar y sea la hora de refugiarse de la helada noche.

-Ya es hora de entrar en la cueva- avisó el anciano cacique mientras el sol se iba dirigiendo hacia el horizonte para darle paso a su amiga la luna.

Los pequeños junto con las mujeres entraron a la cueva y en ronda se sentaron al rededor de una fogata en donde se calentaban cubriéndose el cuerpo entero con viejas pieles; el anciano cacique, sin mirar al resto de la tribu, de rodillas rezaba en una esquina de la cueva a un pequeño altar de piedras en donde tenia una pequeña planta seca.

– Es momento de contar la leyenda- le dijo una mujer acercándose al anciano que rezaba.

-Si, si- respondió el anciano no sin antes arrodillarse dos veces mas al frente de la planta seca.

El hombre mayor se acercó a la ronda ayudado de la mujer y se sentó con los demás, se limpió con la mano su rojiza y arrugada frente que se había ensuciado con polvo cuando rezaba y después empezó a hablar.

 -Antes, hace mucho tiempo, este lugar estaba cubierto de miles de arboles, cientos de animales vivían aquí, y un gran río recorría toda la región proveyendo de peces y de vida a miles de nuestros antepasados.

Los niños lo escuchaban sin hablar, mientras el fuego hacia sonar las pequeñas ramas consumiéndose al darles calor, el aciano continuó.

-Eramos felices, pero un día llegó el demonio de fuego de la motosierra, y segado por la ambición dejó que las llamas se esparcieran por todo el lugar. Cientos de animales y plantas perecieron, y con el tiempo, la región se volvió árida y los arboles polvo, nada más creció aquí y esto hizo que ya no haya animales- el anciano hizo una pausa por culpa de una tos crónica que lo acosaba, luego continuó- no solo animales, también hombres, y de todos los rincones donde se haya sabido que hubiera humanos a causa del aire que se volvió humo ya no pudieron vivir como lo hicieron una vez.

los niños lo miraban con una mezcla de terror y de asombro, porque al conocer la historia sabían que faltaba algo mas

-Pero no todo estaba perdido-dijo el anciano- la humanidad clamó , el demonio de la motosierra pereció consumido por su propio odio y la madre tierra luego de muchos años parió esa pequeña planta que ven ahí- el viejo señaló el altar donde antes estuvo rezando- nosotros debemos cuidarla asi como lo hizo mi padre, y el padre de mi padre; porque algún día la madre tierra hará que crezca, y todo volverá a ser como antes.

Los niños miraron la planta seca que estaba en el altar, de repente uno de los niños comenzó a gritar, y las mujeres abrazándose rompieron en llanto; el día prometido por la madre tierra había llegado, de una de las ramas secas vieron aparecer una hermosa flor, la primera flor que la tierra conoció en años.

Espero que les haya gustado, este cuento esta inspirado en los sucesos por todos conocidos que afectan al Amazonas en Brasil, ojalá aprendamos algo de esto.

(Cuentos del mundo) Irlanda: Damien el «hombre bueno» parte final

Hola, aquí de nuevo, a manera de juego entre los cuentos que voy a subir los fin de semana, algunos tendrán el nombre de «Cuentos del mundo» y estarán ubicados en diferentes lugares del planeta, espero que los disfruten:

La noche se cubría de nubes y caía una fría llovizna sobre la capital irlandesa, Damien antes de salir de su apartamento alimentó a un pececito que le hacia compañía en el pequeño lugar que consiguió para alquilar, mientras lo hacía calculaba sus costos mensuales «una parte del dinero para pagar los servicios, otra parte para la comida y si, debo apartar un poco para la beneficencia, es lo correcto» pensaba, también recordaba la invitación de sus compañero para ir al cumpleaños de Seana e imaginaba a alguna de sus hermosas amigas, con la cual habría de casarse e irse a vivir al campo, así huir del estrés de la ciudad «que tontería» pensaba y reía al mismo tiempo. Al fin salió y perfiló para la zona del rio en donde correría unas horas a sus orillas, Damien era un hombre de manos y cuerpo de gran tamaño, y a su edad hacer ejercicio era fundamental para su salud.

Cerca de un parque lleno de árboles paró un momento para descansar, mientras estiraba las piernas observaba a una persona sin hogar revolver la basura en busca de comida, revisó sus bolsillos para ver si tenía algo de dinero así darle a aquel hombre para que se compre algo que le calmase el hambre y vio que tenía unos billetes «a la vuelta le ayudaré» pensó y continuó corriendo un rato más. Al regresar encontró al hombre en situación de calle durmiendo «ahora si le ayudare» pensó y se acercó al sujeto, sin que este se despierte puso sus dos grandes manos en el cuello del hombre dormido y apretó con mucha fuerza, el indigente despertó e intento librarse pero era tal la fuerza con la que apretaba Damien que le era imposible soltarse, le golpeaba los brazos para liberarse  y pataleaba mientras Damien lo miraba con los ojos rojos llenos de excitación, matar le llenaba de placer, ver como una vida se perdía entre sus grandes manos era orgásmico, un deseo del bajo instinto al cual no podía resistirse, finalmente aquel sujeto desconocido perdió el conocimiento y finalmente murió.

Damien esperó a que se le baje un poco la adrenalina mientras miraba el cuerpo sin vida de su víctima, se sentó a su lado y se preguntó ¿cómo estarían pasando en el cumpleaños de Seana? ¿Se estarían acordando de él? ¿De Damien el hombre bueno, el que roza la estupidez por su bondad? ¿De ese hombre cuarentón al que puedes humillar y maltratar total siempre te responderá con una sonrisa? Se levantó alzó el cuerpo de su víctima y lo arrojo enojado con fuerza al rio Liffey, luego de unos momentos se calmó, el efecto narcótico de su hazaña se había terminado.

Miró por última vez al cuerpo flotando alejarse lentamente sobre el agua y estiró sus piernas para volver a su casa, pero antes de irse sintió un objeto frio penetrando su espalda, se dio vuelta y un hombre sujetaba un cuchillo que derramaba sangre. No había calculado bien su proeza, el indigente no estaba solo y ahora su compañero de la calle estaba cobrando venganza; lo tumbó al piso y posándose sobre el pecho de Damien, este desconocido continuó hincándole sin parar. Damien mientras aceptaba que iba perdiendo la vida miraba los ojos secos de su atacante, «sus ojos no son como los míos, no veo el placer de matar, más bien veo el dolor de vivir; no soy un hombre bueno, está bien, estoy teniendo lo que me merezco» pensó mientras perdía la noción, el juego del hombre bueno se terminaba.

Historia dura, difícil de contar, difícil de imaginársela, espero que la hayan disfrutado (va disfrutado es una manera de decir) hasta la próxima.

(Cuentos del mundo) Irlanda: Damien el «hombre bueno»

«Un nuevo cuerpo es encontrado en el rio Liffey» anunciaba el encabezado de una noticia del diario local de Dublin y luego agregaba «Se trata de un hombre de al menos 50 años, este es el quinto cuerpo encontrado en menos de un mes.»

Damien Quinn leía la nota del periodico mientras se tomaba un café en un pequeño local de la zona de  Mountjoy Square, a su lado un hombre de unos 25 años le hablaba sin parar y al que no escuchaba hasta que este lo tomó fuerte del hombro.

-Hey Damien, si que vives en la luna- le dijo su compañero- te decía si vas a ir a la fiesta de cumpleaños de Seana, es este viernes en su departamento, iremos después de salir del trabajo.

-No, no creo, tengo algunas cosas que hacer- le respondió tajante mientras soplaba el vapor de la tasa.

-Vamos Damien, invitará a sus amigas, es una buena oportunidad para conseguir pareja, ya tienes más de 40 años ¿No pensarás quedarte solo para siempre?

Damien sonrió mostrando su vergüenza sin levantar la mirada, es difícil decir que no a las insistencias, pero a él le encantaba la soledad, o tal vez de alguna manera creía que era mejor estar solo.

-Bien lo pensaré- respondió ante la presión de su compañero, aunque un «lo pensaré» no significa que aceptaría.

-¡Bien Damien! arriba ese ánimo, yo te voy a ayudar sabes- lo miraba apretándole fuertemente el hombro- eres demasiado bueno y por eso no tienes suerte con las mujeres, a veces hay que ser un poco malo entiendes.

-Si claro-le respondió Damian toscamente, sin dejar de leer el periódico pero dejando escapar una pequeña sonrisa de aceptación.

-Bien te esperamos el viernes mi amigo, vamos a divertirnos a lo grande- le dijo su joven compañero.

Finalmente llegó el viernes y tras un largo y rutinario día se hizo la hora esperada, eran casi las 12 de la noche y Damien se vistió para la ocasión: zapatillas negras, guantes negros y ropa deportiva negra con capucha, el hombre bueno estaba listo para salir a divertirse.

…continuará

(Cuentos del Mundo) Alemania: Máxima velocidad en Berlín

Hola, aquí de nuevo, a manera de juego entre los cuentos que voy a subir los fin de semana, algunos tendrán el nombre de «Cuentos del mundo» y estarán ubicados en diferentes lugares del planeta, espero que los disfruten:

-¡Odio Berlín!- decía el anciano Otto Lindemann mientras manejaba su viejo auto modelo Trabant 601 por la autopista de la ciudad- hay tanta gente por todos lados, todo el tiempo- cambiaba a duras penas la marcha de su vehículo- a mí déjame la tranquilidad de las afueras, la tranquilidad de mi cabaña y de mi taller, pero aquí estamos y todo por tu culpa Wagner.

Del asiento de atrás del vehículo se escuchaba el repicar de un molesto silbido, ese era Wagner, un pequeño perro raza pomerania que no paraba de ladrar, pero su ladrido estaba alterado producto de haberse tragado anda a saber que, motivo por el cual tuvieron que salir de urgencia a toda velocidad con dirección al veterinario; va a toda velocidad es una manera más atractiva de decir lo que permitía aquel auto icónico de la Alemania oriental, una velocidad que hacía que los otros autos que circulaban por la misma autopista tuvieran que tener extrema precaución al acercarse al vehículo del viejo Otto.

También en esa misma autopista iba a gran velocidad el jugador estrella del equipo local, Lothar Müller, excelente futbolista y gran protagonista de los campeonatos conquistados tanto dentro como fuera del país, era el hombre de las tapas de revistas, el que vendía las camisetas y conquistaba a las mujeres con su hermosa sonrisa gracias a la pasta dental a la cual hacia publicidad. Amante de los excesos, y de los autos importados, aquí él estaba probando por primera vez uno de esos autos nuevos de afuera que le había llegado hacia escasos días.

-Si mi amigo. Este auto es genial ¿que no me animo a ir más rápido? ¿Acaso no me conoces?- hablaba con un colega por el manos libres a los gritos producto de la música a todo volumen del carro mientras aumentaba la velocidad de su deportivo, acostumbrado a estas velocidades iba considerablemente tranquilo, pero no tenía en cuenta el encuentro que estaba por tener.

Wagner seguía con su silbante ladrido sin parar, iba de una ventanilla a la otra moviéndole la cola a la gente que pasaba gritándole a Otto que se corriera del camino por ir tan despacio, Otto les hacía señas también a estos.

-¡Pero ¿Cómo dices esas cosas?! No sabes nada, este auto es el mejor de todo Alemania- le gritaba Otto a otro conductor- tu cambiarás 10 veces tu auto y yo seguiré con este como nada.

De golpe sintió que otro vehículo lo tocó por detrás, su Trabant se movió levemente y por si las dudas frenó, entonces miró hacia adelante arriba de él como un auto deportivo giraba por los aires tras el choque, como en cámara lenta vio la cara del famoso futbolista Lothar Müller llena de terror adentro de ese coche que luego de girar varias veces en el aire lo siguió haciendo tras tocar el suelo destruyéndose en cientos de pedazos; después de entre los trozos del deportivo vio levantarse a el futbolista lleno de golpes, con la vestimenta raída y el rostro lleno de aceite, que en un gesto lleno de dolor abría la boca mostrando que su perfecta sonrisa ya no estaba completa, ya que algunos dientes se habían caído.

Otto quedó congelado dentro del auto, luego escuchó nítidamente el ladrido de su perro, giró a mirarlo y ahí estaba Wagner alegre moviendo la cola a gran velocidad con un pequeño autito de juguete lleno de saliva entre sus patas que había expulsado después del accidente. El viejo con una mezcla de nervios y felicidad le habló.

-Bueno je, je. Al menos ya no tenemos que ir al veterinario.

Fin.

Espero que les haya divertido, hasta el próximo cuento.