Amor en tiempos de barbijos

-¿Ya te vas?- preguntó ella tomándole la mano.

-Sí, tengo que irme a trabajar- respondió él cortantemente.

-No vayas- dijo ella mirándole tiernamente a los ojos.

-No puedo quedarme- le dijo él sonriendo- me necesitan.

-Yo también te necesito, quédate- le dijo ella.

-¿Y quién va a pagar las cuentas? ¿Cómo vamos a comprar comida?- le dijo él con la voz esta vez más firme.

-Igual, quédate- le dijo ella frunciendo el ceño.

-No, me tengo que ir- le dijo él mientras intentaba que le soltara la mano- tengo que cuidar a las abuelitas.

-Bueno, pero solo porque las abuelitas son muy lindas- le dijo ella sin dejar de soltarle la mano- ¿Y a mí quien me va a cuidar?

-Para eso está Terry- él señaló a un pequeño perrito que estaba acostado en un almohadón, este al escuchar su nombre comenzó a mover su cola de emoción.

-Ven aquí Terry- dijo ella soltándole la mano y alzó al perro que jadeaba contento-¿Cómo está la abuela Marcia?

-¿La abuela Marcia?- él hizo una pausa incomoda y miró hacia un costado con tristeza-bien, la abuela Marcia está bien.

-Bueno- dijo ella sin querer preguntar más.

-Me tengo que ir- dijo él

-Si está bien- dijo ella sin oponerse esta vez.

-Adiós, te quiero- le dijo él.

-¿Llevas barbijo?-preguntó ella.

-Sí, lo tengo- respondió él.

-¿Y el alcohol?-preguntó ella.

-Sí, lo tengo- respondió él.

-Cuídate- le dijo ella.

-Sí, si- le dijo él.

-Te quiero- le dijo ella.

-Yo también- le respondió él.

-Chau- dijo ella.

-Chau-dijo él y cerró la puerta para irse a trabajar en el hospital.

FIN

El Artista y su piedra

Ahí estaba el artista, con su martillo y su cincel, golpeando sin parar esa horrible piedra sin forma.

Temprano en la mañana se levantaba para hacer su trabajo, llevaba esa gran piedra a la plaza del pueblo, acercaba su banqueta y encorvando su espalda hincaba el cincel en un costado, después en otro, ante la mirada de los expectantes transeúntes.

Así pasaban los días para el artista y la piedra parecía igual a que cuando empezó.

-¡Cuanta perseverancia!- decía uno de la muchedumbre.

-¡De seguro será una gran obra!- decía otro.

Cuando entrada la noche el hombre llevaba la horrible piedra a su casa, para seguir haciendo lo mismo al día siguiente.

Una vez un hombre se acercó al artista y le pidió que deje esa horrible piedra para hacer un trabajo para él, tendría buena paga y no tendría que exponerse todo el tiempo en la plaza, solicitud que este no aceptó; en verdad estaba muy empecinado en su labor.

Luego hubo unos días que el artista no apareció por la plaza, cosa que de todas maneras nadie notó, la gente siguió con sus vidas sin importarle en lo mas mínimo que era de aquel sujeto. Hasta que un día volvió a aparecer con su horrible piedra sin forma, su banqueta, su martillo y su cincel; con el aspecto muy deteriorado.

-Ahora me acuerdo de este sujeto- dijo una persona que lo vio.

-Si, es el que le da golpecitos todo el día a una piedra- recordó otro.

-Así es, es que si no lo ves ni sabes quien es- le respondió el primero.

El artista, al parecer enfermo, dio unos golpes mas a su horrible piedra, y ya sin fuerzas, dejó de respirar, cayendo sobre su obra, una obra que no pudo terminar y que era difícil de entender el significado.

-¡Cuanta dignidad!- dijo uno que lo vio perecer- siempre digo que cuando haces lo que amas en la vida no lo cambias por nada. Si, asi es, ¡La dignidad no se vende!

-Y, la dignidad no se vende- le respondió otro de los transeúntes luego agregó con ironía- Pero esa horrible piedra sin gracia igual nadie te la compra.

FIN

Poema del despedido

Su grito fue tan fuerte que perdió la voz

Aun así nadie lo escuchó

Era el grito del que no tiene habla

Que en el silencio encuentra la calma

Después de contar lo que nunca contó.

¿Cuanto puede aguantar un afligido corazón?

La mentira, la soberbia y el sin razón

¿Cuanto uno puede masticar la bronca?

hasta que los dientes se rompan

Al ver la injusticia en su máxima expresión.

¿y cual es? ¿De que va?

si todo está mal.

¿Cual es la diferencia

que atormenta a tu conciencia?

Si igual te van a culpar.

Cuando mucho te haz esforzado

Y la sima haz acariciado

en los tiempos de paz

y cuando estos no van mas

Tu eres el hombre malvado.

Así son las cosas mi hermano

Así tratan al humano

cuando te quieren echar

te conviertes en el mal

de lo que otro a sumado.

Empoderar el alma es lo que queda

Ante el difícil problema

De quedar sin trabajo

Cuando le importó un carajo

Al que portó tu bandera.

Así voy terminando el poema

Gritandolo de todas maneras

Preguntando a Dios

¿Porqué no respondió?

A lo que mi alma revela.

Él no me defendió

Y no fue esperanzador

El que no me despidieran

Sucedió de todas maneras

La desdicha del trabajador.

FIN!!!

Marañas

Que maraña, encontrarse con uno mismo, y que la maraña te encuentre solo en tu casa, sentado, con el control en la mano, ingiriendo infodemia.

La maraña olía mi transpiración fria, ella venía colandose por las paredes, sabía de mi angustia y yo sabía que ella estaba ahí.

Mientras cambiaba de canal a canal ella despacito me tocaba el hombro, «aquí estoy» me susurraba al oído y yo hacía que no la veía, hasta que la confrontación era inevitable.

-¡Vete! ¡Déjame en paz! – le grité al darme vuelta – ¿quieres pelea? ¡Te la daré!

La maraña, se retrajo cual covarde es, y se fue alejando lentamente cuchicheando anda a saber que, hasta desaparecer.

Yo por mi parte, me puse el barbijo, tomé el control del televisor y seguí consumiendo mi deliciosa infodemia, hasta el próximo enfrentamiento con la maraña.

Fin.

Espero que les haya gustado el relato, tengo mucho por escribir y publicar, pero estos tiempos extraños hace que se me dificulte, además tengo que estar atento para enfrentarme a la maraña je je je.

Encoronados con virus

La vida del empresario hace que no puedas parar nunca, así que tomé mi portafolios y me dirigí rápidamente al aeropuerto; en el auto, mientras manejaba en silencio mi chófer, abrí mi notebook y comprobé el estado de las acciones de la empresa en la bolsa, no era una buena jornada, me mensajeé con colegas y todos estaban como yo, atentos a sus notebook y a sus celulares para ver como en una matriz gráfica obtenida a través de un programa, números de color rojo con comas se convertían en verdes y viceversa; me ardían un poco los ojos al mirar la pantalla, pero nada me detuvo en mi vida en mis mas de 30 años en el negocio, así que no le dí importancia.

-¿Y si invertimos acá o allá?- le decía por celular a un colega.

-Mejor vendemos acciones de acá y compramos esta de allá- me respondía mi colega.

Mientras tocaba mi frente caliente, calculo que por los nervios, el numero en el gráfico pasó de rojo a verde.

-¡Bien hecho!- festejamos los dos al unisono.

Finalmente llegamos al aeropuerto, estaba llamativamente vacio, «va no es mi problema» pensé y mientras caminaba apurado para subir a mi avión conversaba con otro colega por celular. ¡Necesitamos convertir mas números rojos en verdes!

En el check in dejé mis papeles en el mostrador, sin mirar, como de costumbre, ya que los empresarios como yo no tenemos tiempo para mirar a la gente, esperé el tiempo acostumbrado, dije las frases de memoria casi impecablemente porque la interrumpí un par de veces a causa de una pequeña tos pasajera, como siempre tomé mis cosas y sin dejar de hablar por teléfono subí a mi avión.

No tuve problemas para sentarme, ya que el avión estaba vacío, «parece que arribé muy temprano» pensé y al rato abrí mi notebook para ver como rendían nuestras acciones por ultima vez antes de desconectarla. Siempre aprovecho el viaje en avión para dormir un pequeño rato, cerré los ojos y sentí como el avión despegaba, luego de un momento los abrí y al mirar a los costados descubrí que en el avión nadie mas estaba conmigo; confundido me fregué los ojos y me acerqué a la ventanilla del avión, efectivamente, estábamos volando.

Creo que a causa de la situación tan anormal me agité un poco y me costó respirar, ya no soy tan joven, así que me tomé unos minutos para relajarme, hasta que finalmente el piloto del avión se digno a hablarle a los pasajeros, en este caso al único pasajero que era yo.

-«Señores pasajeros- se escuchó la voz tranquila y gruesa del piloto- queríamos informarle que, a causa del brote y expansión del nuevo virus, entramos en cuarentena».

«¿Cuarenena?» pensé yo mientras me costaba aun mas respirar.

-«Así es, cuarentena»- respondió a mi pensamiento- «estaremos los próximos 15 días suspendidos en el aire hasta cumplir con el protocolo de seguridad para evitar el contagio.»

Quise levantarme del asiento pero el cuerpo no me respondía. El piloto continuó.

-«Y por seguridad de los demás, los infectados no podrán levantarse de sus asientos.- «pero ¿Qué pasará con mis números rojos y verdes? ¿Quienes se preocuparan por mis pequeños numeritos por los próximos 15 días?» pensé preocupado, finalmente el piloto concluyo.

– » Que tengan todos ustedes un muy feliz viaje».

FIN!!!!

Espero que les haya gustado esta corta historia (aunque es un poco aterradora ¿No? jeje) Cuídense, lávense las manos y sigan los protocolos de seguridad para que estos tiempos solo pasen como una anécdota. Que tengan todos ustedes un buen fin de semana.

Poema a la niña

Caminando en la madrugada

Tras una noche, no tan calmada

Veo las silenciosas casas

En mi solitario caminar

Y después de tanto andar

Me pregunto ¿Podría entrar?

Ser una hormiga y no molestar

Dormir en el patio o en la cama

De la pequeña dama

Que tuvo que viajar…

No tengo a donde volver

Tal vez podría querer

La señora de la casa

Dejarme entrar y protegerme

No tendrá que quererme

Tampoco tendría que verme

O en sus brazos tenerme

Debo encontrar la calma

Sanarme un poco el alma

Y evitar para siempre perderme…

Ha pasado tanto tiempo

Lo veo en el espejo, no miento

Es ahora grande mi casa

He cambiado la sabana

De la cama, debajo de la ventana

Del cuarto que da a la entrada

Y he esperado esta mañana

Verme a mí misma andando en la calle

Pequeña niña, ya no desmayes

En este hogar podrás ser amada.

Fin!!!

Que tengan todos un excelente fin de semana

Hablando sobre «La Casa Tomada» de Julio Cortazar

Antes que nada, o todo, los invito a conocer la obra «La casa tomada» de Julio Cortazar, la pueden encontrar en todos lados y en todos los formatos, en librerías, en bibliotecas, audiolibros, y/o acá en la web escrito, en audio y en vídeo. De izquierda a derecha, de derecha a izquierda; de abajo a arriba y de arriba a abajo.

Escribo esto porque tengo que decirle algo a Don Julio, es que dejó las ventanas abiertas y la casa se llenó de gente de todas clases, y están revisándolo todo y revolcando todo, uno le dice a otro «mirá, las estampillas» y el otro le responde «no me importa, vine a ver que comida hay en la cocina» otros revisan las lanas y los tejidos meticulosamente mientras otros miran los puntos de este sin entender nada, algunos quieren limpiar los muebles del polvo bonaerense y otros entran con los zapatos sucios a propósito, hay quienes se pelean por la pava del mate y otros que pelean por ver quien sebará, algunos quieren tomar el mate solo y otros lo quieren compartir.

¿Y las llaves de la puerta principal? Que importa, se habrán oxidado en el olvido. ¿Y los 15.000 pesos? Que importa, el tema no es la plata (o tal vez sí). ¿Y los libros de la biblioteca? No sé si alguien los leyó.

Le preguntaría ¿Que quisiste decir con toda esa maraña?

Tal vez me respondería «Fue algo que soñé, tal vez mio, tal vez heredado de otro tiempo, viste como esas ideas de Jung.»

Y yo le diría «Yo soy de los que entró en la casa y esta revisando que hay que comer en la cocina.»

Él capaz me dijera «Y no sé, vos escuchás lo que querés escuchar y entendés lo que querés entender.»

Tal vez me diría «dejenme ya de joder con «La casa tomada» lo que escribí, en su tiempo lo escribí, los que entraron y no pudieron salir, ¿Qué puedo hacer por ellos? Recordá también que una pareja de hermanos quedó afuera, no es solo los que están adentro el tema.»

Yo tampoco sé que es con certersa, lo único que puedo decir, es que despues de mas de 70 años de publicado el cuento, la casa se sigue tomando.

FIN.