«Los niños del Futuro» es una historia que escribí en mi adolescencia y que años después la mejoré para que su lectura sea más agradable. El jugador de todos…
Lo estuve publicando en pequeñas partes todos los martes a las 18hs hora Argentina, 23hs hora de España, 17hs Miami.
Espero que la disfruten:
Fin de la temporada
La mujer recordó el sueño que había tenido la noche anterior, aquel en que su barquito se alejaba de ella, entonces su corazón se estremeció y alertada por un mal presentimiento comenzó a llamar a los gritos a su hijo.
-¡¿Leonel?! ¡Leonel, hijo ¿Dónde estás?!- decía la mujer mientras recorría el barrio.
Los gritos alertaron a Carlitos, que recordó la promesa que se habían hecho y se acercó a la madre de su amigo.
-Voy a ir a buscarlo- le dijo al oírla tan desesperada y se dirigió hacia su escondite que estaba en el baldío.
Carlitos vio el camino de sangre que entraba al lugar y terminaba en donde estaba la heladera tirada “¿Qué es esto?” pensó y corrió hacia allí, saltó sobre ella y encontró a la Pulga acostado adentro.
-¿No pulga que hiciste?- le dijo Carlitos con lágrimas en los ojos.
El niño muy débil tomó su mano para darle unos pesos y algunas monedas manchadas con su sangre que era todo lo que tenía la joven maestra en su cartera.
-Tomá dale esto a mi mamá- le dijo la pulga soltándole suavemente la mano- y decíle si esta noche podemos comer un bifecito de carne.
Después de esto la Pulga dejó salir de su boca su último aliento.
La mujer muy preocupada esperaba para tener respuestas de su hijo en su casa y tratando de calmarse un poco encendió el televisor, en donde el periodista presentaba las noticias:
“Otro caso de violencia en la ciudad, un policía muerto tras el robo a una maestra, estamos en vivo en el lugar en donde se encuentran los familiares, vamos directo al móvil.”
En aquel móvil se encontraba la esposa del policía asesinado que, motivada por su gran angustia, clamaba sollozando por justicia.
“Esto no debe quedar así” decía la mujer mientras se agarraba la cabeza “¡Quien mató a mi marido debería ir preso y podrirse en la cárcel! ¡Podrirse en la cárcel!”
En ese momento entró en la casa de la señora Carlitos llorando y en sus brazos traía el cuerpo de su pequeño amigo sin vida.
-¡No! ¡Mi bebé no!- en un desgarrador grito que hizo que todos los vecinos se acercaran al lugar exclamó la mujer. Luego abrazó con fuerza el cuerpito de su niño que ya descansaba en los brazos del eterno.
Ante todo esto el televisor, aquel compañero frio e indiferente que acompaña los días de nuestras vidas, seguía encendido y continuaba dando las noticias:
“Por otra parte, acaba de asumir el nuevo flamante ministro de economía, el que nos sacará de esta difícil situación” muy elegante, en un estrado reluciente, aquel hombre calvo de baja estatura, daba su discurso.
“No podemos dejar de hacer frente a nuestras responsabilidades” con énfasis decía aquel hombre, apretando el puño y frunciendo el ceño muy convencido de que su opción era el único e infalible camino “estamos obligados a recortar los sueldos y subir los impuestos para así ajustar la economía y poder pagar nuestras deudas con el exterior.”
La temporada ha terminado.
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